Segunda
parte de una saga (que probablemente continuará) basada en la novela gráfica
–comic- de Frank Miller, dirigida en esta ocasión por Noam Munro (Smart People;
la anterior, de 2006, estaba firmada por Zack Snyder), 300: El origen de un imperio es una película para fans: de
emociones fuertes, de mares de sangre, de guerras imposibles y coreografiadas
en lugares absurdos, de mujeres heroicas y legendarias vestidas de
góticas-griegas, de personajes a mitad de camino entre lo humano y lo divino…en
suma, de la historia pasada por el forro de la pelliza del espectáculo más made
in Hollywood que pueda imaginarse.
Leo
en una reseña francesa que la producción era sobre todo un desafío técnico, ya
que está enteramente realizada en estudio sobre fondo verde al que luego se han
añadido los colores; se me escapa la magnitud de este tipo de hazañas y su
significado en la historia de la cinematografía.
Encarnizado
combate entre la libertad griega y la dictadura persa allá por el año 480 antes
de nuestra Era, 300: El origen de un
imperio es también el imperio del espectáculo y del músculo, el predominio
de la fantasía sobre la verdad histórica, con un mensaje subliminal muy acorde
con los tiempos que corren: en realidad la guerra es entre el ansia de libertad
de los griegos (occidentales) y el fanatismo de los persas (islamistas); y una
realización que se parece más a los juegos de vídeo que al cine propiamente
dicho, con ese montaje de escenas guerreras a cámara lenta, e incluso con la
imagen congelada para mayor disfrute de los esfuerzos y los cuerpos de sus
personajes (los masculinos prácticamente desnudos, apenas con slips de cuero).
Hace
casi 2.500 años, mientras Leónidas y sus 300 valientes espartanos perdían la
vida en el estrecho de las Termópilas intentando frenar el avance del ejército persa,
en la isla de Salamina la flota griega, dirigida por el héroe de la batalla de
Maratón, el general Temístocles (Sullivan Stapleton), intenta movilizar a todas
las polis (ciudades) griegas para llevar a cabo la última y definitiva batalla
contra el enemigo, cuya marina dirige la hermosa y malvada Artemisa (Eva Green)
en representación de Jerjes, hijo de Darío convertido en dios ( y para que no
haya confusión, es un hombre de cuerpo dorado adornado con cadenas de oro). La
rivalidad entre Temístocles y Artemisa termina en una escena mezcla de eros y
tanatos (como la vida misma), una especie de ritual de seducción que se
transforma en baño de sangre: sexo y lucha cuerpo a cuerpo que –me informan-
pertenece a las situaciones habituales en este tipo de narraciones, que tienen
muchos más seguidores de los que pudiera pensarse entre los habituales de la
ciencia ficción.
300:
El origen de un imperio se estrena –en 3D y 2D- en los cines españoles el 7 de
marzo de 2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario