viernes, 11 de marzo de 2022

“Slalom”, abusos sexuales en los medios deportivos


La realizadora francesa Charlène Favier fue víctima de violencia sexual en un medio deportivo cuando era una niña. Probablemente por eso,  su debut en el largometraje se ha centrado en lo que vio y experimentó personalmente:  “Slalom”, drama que mezcla las carreras de esquí con las inapropiadas relaciones que se pueden llegar a generar, amparadas en la ambigüedad que propicia el ambiente deportivo, aunque no cuenta exactamente lo vivido por esta directora que se estrena,  tampoco puede ocultar que ha sido su principal inspiración.

Liz tiene 15 años, ha ganado una beca que combina estudios y deporte en una estación de esquí,  y tiene una madre que no puede ocuparse de ella. Fred, un antiguo campeón de esquí convertido en entrenador de nuevas figuras, decide volcarse con la niña para convertirla en una campeona, llevándosela incluso a vivir a su casa. Orgullosa porque ha conseguido llamar la atención del entrenador, Liz se entrega tanto física como emocionalmente, consigue ir ganando pruebas y sin darse cuenta llega a  depender totalmente del entrenador.

No es difícil averiguar en la película todo lo que va a suceder a continuación, algo que inevitablemente va a “molestar” al espectador y que desgraciadamente está de rabiosa actualidad: la violencia sexual en el deporte, la manera en que los predadores  se aprovechan de las jóvenes atletas –en la mayoría de los casos menores- que les son confiadas para su formación, las relaciones malsanas entre las deportistas y quienes se aprovechan de la natural influencia que ejercen sobre ellas .

No es cuestión de que ahora se produzcan más casos de abusos en el deporte, lo que ocurre es que en este terreno –como en el cine, la televisión o la iglesia, por poner tres ejemplos de los que tenemos noticia- se ha levantado el tabú.

Y bienvenida sea la película “Slalom” si puede  contribuir a que sigan denunciándose casos  como el de la joven Liz, correctamente interpretado por Noée Abita (“Ava”) quien, a pesar de haber cumplido veinte años se ajusta perfectamente al papel del desarrollo de una adolescente de quince frente a la influencia de un hombre del que depende totalmente, interpretado por un Jérémie Renier (“El amante doble”, “El hombre del sótano”), tan seductor como peligroso,  que consigue hacerse todo lo antipático que exige su personaje.

 

 

 

 

 



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