Con un trío de actores realmente notable –Daniel Auteil (“La belle epoque”, “Enamorado de mi mujer”), Gilles Lellouche (“El gran baño”, “Los infieles”) y Sara Giraudeau “Los traductores”, “El discurso”), al que se suman otros conocidos rostros del cine francés (Nikolai Kinski, Mathilde Bisson o Anne Coesens), la película “Adios señor Haffman” , dirigida por Fred Cavayé (“Por ella”, “Cuenta atrás”) es la historia de un bastardo que transcurre en París, en plena Segunda Guerra mundial.
Adaptación de la obra teatral del
mismo título de Jean Philippe Daguerre –galardonada en 2018 con cuatro “Molières”
(los premios anuales del teatro francés), “Adiós señor Haffman” (1) es un drama
histórico acerca de un hombre que quiso robar la vida de otro hasta el punto de
acabar robándole la tragedia de su vida. Da la casualidad de que el autor de la
obra y el cineasta que la ha llevado a la pantalla son amigos desde la juventud,
lo que sin duda facilita el espinoso tema de la adaptación: es frecuente que
los autores de las obras que inspiran películas no queden demasiado satisfechos
con el resultado..
En mayo de 1941 París está
ocupando. Cuando los muros y los escaparates
de la ciudad de llenan de carteles que anuncian que se va a efectuar “un
censo de judíos”, el señor Haffman (Daniel Auteil), un inspirado joyero artesano
de barrio, decide poner a salvo a su familia y, para ello, acuerda con su
empleado Mercier (Gilles Lellouche) fingir que le ha traspasado el negocio
hasta que finalice la Ocupación. Mercier y su mujer, Blanche (Sara Giraudeau),
se instalan en la joyería-vivienda y cambian el letrero con el nombre del
negocio, dispuestos a empezar a recibir encargos. Pero desgraciadamente las
cosas no salen como estaba previsto, la familia de Haffman se pone a salvo pero
él tiene que esconderse en la bodega de la tienda y enfrentarse al hombre que
poco a poco se va adueñando de identidad, y de su vida.
El intenso y
emotivo drama que es “Adiós
señor Haffman” relata una historia de
amor, de valor y de miedo, y sobre todo de impostura. Un drama histórico, de la
historia más reciente, interpretado con talento por dos grandes actores y una joven
actriz que escala peldaños en cada una de sus apariciones: Sarah Giraudeau, a
la que aquí descubrimos en la magnífica serie televisiva “Le Bureau des
legendes”, con el pedigree de ser hija
de una actriz y escritora y de un realizador cinematográfico.
Dejando a un
lado la impecable actuación de los actores, reflexionar sobre el fascinante síndrome
de la impostura puede parecer un tema con
mucho recorrido. Lamentablemente, sin embargo, la película no se aparta ni un
centímetro de caminos trillados y más parece un telefilm sobre un “topo” que el relato que promete
sobre un caso de usurpación de roles.
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