La
verdad es que esperaba más de la película Mi tierra (Né quelque part) porque el
tema prometía más de lo que da de sí la historia dirigida por el francés
Mohamed Hamidi e interpretada por Tewfik Jallab (francés de origen argelino más
conocido por su papel en algunas populares series de televisión, entre otras
Venus et Apollon), y el franco-marroquí Jamel Debbouze (Amélie) junto a
una -esta sí- divertida y variopinta galería de personajes “locales” con mucho
color, que encabeza el propio Debbouze, muy apreciado en Francia como
humorista.
Farid
está terminando sus estudios de derecho en París, pertenece a la segunda
generación de una familia de emigrantes argelinos, tiene una novia muy rubia y
está a punto de marcharse a vivir con ella cuando su padre cae enfermo y le
encarga la misión de ir a Argelia para salvar la casa familiar, amenazada de
demolición. El joven, que hasta entonces nunca había puesto un pie en el país
de sus antepasados, se encuentra allí con una original familia, de la que forma
parte un primo que lleva su mismo nombre y apellido; un chico obsesionado por
la idea de que debió ser él quien naciera y viviera en Francia. Mientras Farid conoce
a la gente y las costumbres del pueblo, y batalla con la burocracia local, el
primo desaparece un buen día con su documentación y consigue llegar a París,
dejando al protagonista de esta historia indocumentado en una Argelia que
resuelve las cosas a golpe de arrestos y encierros… al final todo vuelve a sus
cauces.
Tragicomedia
social, como vemos, que llega a las pantallas españolas el 20 de diciembre de
2013, con un guión que pretende acabar con algunos de los tópicos imperantes en
la sociedad francesa acera de los “hijos de la emigración”, peca de blanda y
abusa de los buenos sentimientos y las buenas intenciones. No todo el mundo –
ni en Argelia, ni en Francia, ni en ningún otro lugar- son personas simples,
dotadas de un constante buen humor, que aceptan como irreparable lo que el
destino tiene a bien ponerles delante.
En
cualquier caso, la película –se nota- está hecha con entusiasmo y la mejor
voluntad de poner de manifiesto la diferencia de costumbres entre dos culturas
dispares, que ha n bebido una de otra tras una larga colonización, a la que
deben enfrentarse tantos hijos de la emigración cuando un día regresan a sus
raíces.
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