Los hechos:
el viernes 20 de diciembre de 2013, un tribunal de la localidad costera
francesa de Niza, condenó a veinte años de cárcel por “violaciones y agresiones
sexuales a tres niños”, a lo que en alguna publicación se menciona como “agente
hospitalario” y en otras como Georges C, de 60 años quien, entre otras
salvajadas, en 2010 había comprado por 2.000 euros un niño de 12 meses a una
prostituta marroquí, al que desde entonces venía tratando como “esclavo
sexual”, signifique lo que signifique esa definición, aunque parece ser que lo
que quiere decir es que abusaba continuamente del bebé, al que llamaba Clément.
Incomprensiblemente,
la administración francesa aceptó entonces un “reconocimiento de paternidad”
del tipo en cuestión, quien consiguió inscribirlo y llevárselo de vuelta a Niza
a pesar “de que los servicios del Consulado apreciaron algunas incoherencias,
pero por falta de pruebas” le dejaron ir. La detención del monstruo ha sido
posible gracias a la denuncia de un internauta marroquí, posiblemente otro
pederasta, con quien intercambiaba correos frecuentemente.
La
investigación ha descubierto que las primeras andanzas de este depredador
pederasta se remontan a los años 1980 y que, en 2010, estuvo detenido once meses
por abusos, tras los cuales quedó en libertad y recomenzó su carrera de
crímenes.
Una vez
superado el horror que produce la lectura de esta noticia en la prensa francesa
–de papel y digital-, la pregunta es inevitable: ¿por qué los medios, todos, eluden
publicar el nombre y apellido de este delincuente/criminal? Una vez demostrados
los hechos y condenado por ellos desaparece la presunción de inocencia y el
estado de derecho –que tiene que proteger a todos- obliga a que la sociedad
entera, a la que amenaza su existencia, conozca la identidad de un individuo
capaz de cometer semejantes infracciones de las leyes más elementales y los
derechos humanos más fundamentales. Infracciones que se agravan infinitamente
cuando la víctima es un menor indefenso, y no digamos cuando es un bebé. 20
años es poco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario