viernes, 27 de diciembre de 2013

20 años de cárcel por abusar de un niño comprado en Marruecos



Los hechos: el viernes 20 de diciembre de 2013, un tribunal de la localidad costera francesa de Niza, condenó a veinte años de cárcel por “violaciones y agresiones sexuales a tres niños”, a lo que en alguna publicación se menciona como “agente hospitalario” y en otras como Georges C, de 60 años quien, entre otras salvajadas, en 2010 había comprado por 2.000 euros un niño de 12 meses a una prostituta marroquí, al que desde entonces venía tratando como “esclavo sexual”, signifique lo que signifique esa definición, aunque parece ser que lo que quiere decir es que abusaba continuamente del bebé, al que llamaba Clément.

Incomprensiblemente, la administración francesa aceptó entonces un “reconocimiento de paternidad” del tipo en cuestión, quien consiguió inscribirlo y llevárselo de vuelta a Niza a pesar “de que los servicios del Consulado apreciaron algunas incoherencias, pero por falta de pruebas” le dejaron ir. La detención del monstruo ha sido posible gracias a la denuncia de un internauta marroquí, posiblemente otro pederasta, con quien intercambiaba correos frecuentemente.

La investigación ha descubierto que las primeras andanzas de este depredador pederasta se remontan a los años 1980 y que, en 2010, estuvo detenido once meses por abusos, tras los cuales quedó en libertad y recomenzó su carrera de crímenes.

Una vez superado el horror que produce la lectura de esta noticia en la prensa francesa –de papel y digital-, la pregunta es inevitable: ¿por qué los medios, todos, eluden publicar el nombre y apellido de este delincuente/criminal? Una vez demostrados los hechos y condenado por ellos desaparece la presunción de inocencia y el estado de derecho –que tiene que proteger a todos- obliga a que la sociedad entera, a la que amenaza su existencia, conozca la identidad de un individuo capaz de cometer semejantes infracciones de las leyes más elementales y los derechos humanos más fundamentales. Infracciones que se agravan infinitamente cuando la víctima es un menor indefenso, y no digamos cuando es un bebé. 20 años es poco.

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