“La historia de mi mujer”, otra vuelta de tuerca a la incomunicación en la pareja

« La historia de mi mujer » (Los tropiezos de Jacob Storn en siete lecciones), es una coproducción italo-germana-húngara dirigida por la realizadora  húngara Ildikó Enyedi (“Cuerpos y almas”, Oso de Oro en la Berlinale de 2017) con un reparto muy europeo - Léa Seydoux, , Gijs Naber, Louis Garrel, Jasmine Trinca…- y rodada, sobre todo en inglés, en Budapest, Malta y Hamburgo.

Adaptación muy literaria de la novela del mismo nombre de Milán Fust, publicada en 1942, cuenta en siete capítulos y tres horas de proyección  la historia del capitán de un barco carguero que, en los locos años veinte  -en ese período de entreguerras en que las ciudades europeas vivieron una tregua de alegría y libertad, en cierto modo un anticipo de lo que décadas más tarde sería la lucha por los derechos de las mujeres-   un día decide casarse con la primera mujer  que pase. La que encuentra es una joven radiante, muy guapa y muy francesa, dispuesta a seguirle el juego, a la que ni siquiera sorprende su petición de matrimonio. Lo siguiente es que les vemos en su apartamento parisino  de recién casados. El resto es la descripción de las distintas crisis conyugales de una pareja muy desigual y muy sugestiva.

El capután Jacob Störr (Gijs Naber, “Cool!”, “Redbad”) a puesta con un amigo que se casará con la primera mujer que entre en la cafetería. Y es nada menos que una “femme fatale”,  Lizzy (Léa Seydoux, “La vie d’Adéle”, “Hasta el fin del mundo”, “Morir puede esperar”). Las mentiras, medias verdades y cambios de humor de Lizzy llevan a Jacob a sospechar que le engaña con el escritor Dedin (Louis Garrel, “Inocentes”, “El hombre fiel”), provocando una sucesión de “emociones, obsesiones y desengaños”.

Bastante previsible, esta historia épica de amor –que recuerda las interminables novelas “románticas” del siglo XIX-  habla de la histórica guerra convencional entre hombres y mujeres, a base de apariencias, palabras y gestos;  de una relación que oscila entre pasión y desconfianza, de los estragos de los  celos y de la incomunicación y la soledad en pareja