martes, 7 de septiembre de 2021

Jean-Paul Belmondo: medio siglo de cine francés

El beso de Belmondo y Anna Karina

Lo mismo protagonizaba una película de la nouvelle vague que una comedia popular de lo más comercial. Jean-Paul Belmondo, excelente y carismático actor que « limpió el polvo al cine francés” (según la página cultural de los canales públicos de France Télévisions), ha fallecido este 6 de septiembre de 2021 a los 88 años.

"Nunca me faltó valor, por eso estoy aquí”, decía en 2016 en el escenario de entrega de los premios César (equivalentes a nuestros Goya), agradeciendo la estatuilla que recibió en reconocimiento a toda su carrera, más de medio siglo  encabezando repartos en el cine francés, y algunos también en el sine italiano.

 

Había nacido en 1933, pasó por el teatro, se matriculó en el Conservatorio parisino a los 19 años, hizo unas cuantas apariciones fugaces en películas hasta que su encuentro con Jean-Luc Godard le abrió de par en par, en 1960 con « A bout de souffle » (« Al final de la escapada »), la entrada a la nouvelle vague, uno de los movimientos culturales –literario y cinematográfico- más importantes del siglo XX y una referencia inevitable en el XXI.

 

En una dilatada carrera profesional consolidada a base de excelentes interpretaciones, reconocimientos y premios, Belmondo –los franceses le apodan cariñosamente “Bebel”, yo he tenido la suerte de cruzármelo varias veces paseando con un perro enorme por un rincón de parque parisino- alternó películas policiacas, comedias populares y cine de autor, negándose a que le doblaran en las escenas peligrosas: hoy recorren las portadas de los periódicos de medio mundo imágenes suyas conduciendo una moto en “El hombre de Río”, al volante de decenas de coches –impagable el beso de un coche a otro, con Anna Karina en “Pierrot le fou”, de Godard, elegido para el cartel del Festival de Cannes 2018-  o sobrevolando la inmensidad del cielo de Venecia colgado de la escalerilla de un helicóptero, en el rodaje de "Le Guignolo" de Georges Lautner. En todas ellas el actor era Jean-Paul Belmondo, en contra de la tendencia habitual de buscar especialistas para las secuencias de riesgo.

 

Esta segunda profesión de especialista (cascadeur) duró hasta el accidente que sufrió en 1985 durante el rodaje de “Hold-Up” en una escena de acción. Volvió al teatro ganándose el favor de la crítica con su interpretación de “Cyrano de Bergerac” y cuando parecía haber abandonado el cine definitivamente su amigo Claude Lelouch le devolvió a un público que siempre había permanecido fiel, al elegirle para protagonizas “ Itinéraire d'un enfant gâté (1988, “Itinerario de un niño mimado”), una definición que le calzaba como un guante. 

 

Podemos recordarle igualmente en el techo de un vagón de metro en “Peur sur la ville” (“Pánico en la ciudad”) de Henri Verneuil, junto a Alain Delon en la pareja de gansters de “Borsalino”, en la película de capa y espada “Cartouche” de Philippe De Brocca, de pareja con Catherine Deneuve en “La sirena del Mississipi” de Truffaut, de cura en “Léon Morin prêtre”…

 

“Con la muerte de Jean-Paul Belmondo –escribe Jacky Bornet de France Télévisions- está desapareciendo toda una parte del cine francés. ¿Desapareciendo? Realmente no, quedan las películas con sus cortejos de fantasmas que vienen a visitarnos cada vez que las vemos”,

 

Jean-Paul Belmondo acaba de incorporarse a la lista de quienes siguen viviendo para siempre  en la pantalla.

 

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