« En un mundo cada vez más dividido y cruel, un monde toujours plus divisé et toujours plus cruel, ls víctimas de confunden con los predadores y la auténtica amenaza no llega siempre de donde creemos ».
Adaptación de la novela gráfica « Una noche de Plenilunio », del dibujante Hermann Huppen y su hijo Yves, « The Owners (Los propietarios) », según su realizador, el francés Julius Berg (« El bosque », serie de Netflix) y el guionista Mathieu Gompel, “tiene la misma base que el comic pero cambian los personajes y el desarrollo del relato. La película es más psicológica que el cómic ». Estamos ante una película de miedo, incluso de momentos de terror, y un poco –no demasiado- suspense.
Primera película de un director que se
ha curtido en la publicidad y las series para televisión, cuenta con siete
protagonista –los chicos de la banda de adolescentes encabezados por la actriz
Maisie Williams (« Los nuevos mutantes », « Juego de
tronos »), secundada por Ian Kenny
(“Han Solo: una historia de Star Wars”), Jake Curran (“Stardust”) y Andrew
Ellis (“This is England”), y la pareja de los propietarios a cargo de los
veteranos Sylvester McCoy (“El hobbit”) y Rita Tushingham (“Doctor Zhivago”)-
que se mueven en un único escenario.
Una pandilla de adolescentes de un
pueblo pequeño planifica robar en la casa de una pareja de ancianos, donde
trabaja haciendo las tareas domésticas la madre de uno de los chicos. Al cabo
de unas horas se encuentran atrapados en el sótano y ven como lo que creían un
atraco sencillo se va convirtiendo en una pesadilla. La llegada de los ancianos
añade un plus a la alucinación que parecen estar viviendo los jóvenes.
Estrenada en la edición 2020 de L’Etrange Festival (una muestra de cine de género fantástico y
terror que se celebra desde hace treinta años en París), « The
Owners » es, en principio, una clásica película « de invasión y
supervivencia », que además hace una reflexión sobre el conflicto
generacional entre unos jóvenes sin futuro que consideran que pueden coger lo
que debería pertenecerles, aunque para ello tengan que usar la violencia, y
unos “mayores” profesionales, a los que les ha ido bien en la vida, se niegan a compartir lo que han conseguido y
consideran que los jóvenes son unos parásitos que hay que erradicar como si se
tratara de una plaga de cucarachas.
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