imagen Juan Pablo Mascanfroni, Unplah
Hay
16.000 aviones parados en todo el mundo
Después de los cruceros que
recorren la dársena del puerto y los vuelos a ninguna parte, el marketing
turístico ha ideado los “vuelos misteriosos”.
La publicación
estadounidense Business Insider, especializada en información financiera y de
negocios, dedica un artículo a la compañía aérea australiana Qantas a la que,
“como al resto de la industria le va mal por la pandemia del Covid-19”. Tras
registrar una pérdida, que la publicación califica de “abismal”, de 707
millones de euros en el primer semestre de 2020, los responsables de Qantas
dieron con una idea original: la compañía aérea ofrece a sus clientes “vuelos misteriosos”.
Por 737 dólares australianos
(474 euros) los pasajeros suben por la mañana a un Boeing 737 en Brisbane,
Sydney o Melbourne, vuelan hacia un destino que no se les revela hasta que van
a aterrizar, y por la noche regresan al punto de partida. En principio, los vuelos estaban pensados para
llevar a la gente a los países y regiones menos solicitadas por el turismo
internacional pero, lamentablemente, el gobierno australiano ha cerrado las
fronteras del país hasta el próximo 17 de junio de 2021, por lo que hasta esa
fecha los vuelos con destino desconocido solo podrán ser interiores.
A pesar del secreto de los
destinos, en la web de Qantas donde se cierran los billetes el pasajero
encuentra algunas pistas, como que en el vuelo que sale de Sydney lo mejor es
llevar un traje de baño porque en el destino habrá agua salada y almuerzo en la
playa. O que el programa de la salida de Brisbane promete « la hospitalidad de los campesinos y
buenos alimentos y vinos ».
En realidad, la compañía
Qantas tuvo esta idea hace más de dos décadas, en los años ’90, pero la llegada
de la pandemia ha hecho que volviera a convertirse en una oferta de actualidad
y que los australianos, que tienen prohibido salir del país desde el comienzo
de la crisis, agradezcan cualquier oferta que les proponga un cambio.
El objetivo de Qantas –dicen
sus responsables-es no solo reanudar su actividad, convenciendo a la población
de volver a volar, sino también estimular el turismo en las zonas del país más
necesitadas, teniendo en cuenta que en el hemisferio sur está terminando el
verano.
Por otra parte, una
información del canal económico Bloomberg, se pregunta qué pasa con los 16.000
aviones que, según el gabinete de investigación aeronáutica internacional Cirium, están pegados al suelo en todo el
mundo desde hace ya un año. “En todas
partes, esos aviones que por regla general no se paran nunca, están durmiendo” en
los hangares y en las pistas, y son un rompecabezas y unos costes importantes
para las compañías aéreas.
« Esos Boeing y Airbus
necesitan un mantenimiento diario « del morro a la cola, de los neumáticos
a la moqueta. Hay que lubricar los motores y protegerles de la humedad, vigilar
los sensores, mimar los mandos de vuelo, evitar que les ataquen insectos o que
se introduzcan pájaros…Las ruedas deben funcionar perfectamente, los depósitos
estar cargados de keroseno y hay que limpiar las cabinas con frecuencia».
Además del mantenimiento
“permanente y obligatorio”, hay que pagar el parking. Según Bloomberg, el coste
es de 1.000 dólares (921 euros) diarios para un avión grande en un aeropuerto
indio y “sin duda mucho más en otros lugares”.
Algunos aeropuertos
–asegura la información de Blomberg- como el de Schipol, en Amsterdam, están
llenos de aviones en reposo, repartidos por las puertas y alineados en las
pistas que no se utilizan. Y algunas compañías aéreas han decidido utilizar las
extensiones “infinitas y perfectamente secas” del desierto de Mojave, en
Estados Unidos, o el outback (interior remoto y desértico) de Australia,
para aparcar sus aeronaves hasta que vengan tiempos mejores.
“El
cierre de fronteras en muchos países, el confinamiento de más de cuatro mil
millones de seres humanos, y el parón de la economía global ha supuesto un
golpe terrible para el sector. Según la International Air Transport Association,
las empresas de aeronáutica podrían perder hasta 25 millones de empleos, de los
que 5,6 millones corresponderán a Europa”.
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