jueves, 30 de mayo de 2019

La estrategia del pequinés” de Elio Quiroga, nada nuevo bajo el sol de Canarias


Que la novela de Alexis Ravelo que ha servido de base al guión de esta película,
consiguiera entre otros el Premio Hammett de la Semana Negra de Gijón en 2014 es estupendo para su autor pero no garantiza nada sobre la película, promocionada como perteneciente al “cine negro canario”. Que yo sepa, ni es un género reconocido ni en las islas afortunadas se han rodado suficientes thrillers como para constituir ninguna especialidad.
Como he leído en la crítica de un colega,  “La estrategia del pequinés” reúne todas las escenas tópicas del thriller convencional –desde el tipo cabreado que se lía a  manotazos con el volante de su coche hasta el que, también cabreado pero consigo  mismo, me mira en el espejo de un baño público y se echa agua por la cara, pasando por el beso que no puede esperar en la mismísima puerta del piso y que se prolonga, acompañado de tropezones, hasta la cama que está al final de todo-, “ni una idea original, mi una frase que no haya dicho alguien antes” (Cinemanía).
Sea como sea, vamos a dejar constancia de que la hemos visto: un ex delincuente apodado el Rubio (Unax Ugalde, “Capitán Alatriste, “La buena noticia”) que dejó la mala vida hace tiempo, se replantea las cosas pensando en su mujer aquejada de cáncer cuando  Junior, un distribuidor local de droga, le propone atracar al testaferro de sus jefes en Gran Canaria. Para organizar el asalto, el Rubio llamará a su amigo Tito “el Palmera”, un parado de larga duración cuyo sueño es abrir un bar, y a Cora (Kira Miró, “Los abrazos rotos”, “Truman”), una prostituta de lujo que se plantea una discreta retirada ante la sospecha de que no tardarán mucho en esfumarse sus encantos.

Según el director, “La estrategia del pequinés”, referencia a una historia escasamente interesante sobre un perro pequinés, que cuenta uno de los personajes, muestra "el lado oscuro, lo peor de una sociedad microscópica, en un aparente paraíso turístico que en realidad es para muchos de sus habitantes una prisión rodeada de mar, de la que sólo se puede salir por aire”.   Un lugar -añade- que, pese a lo que se pueda creer oculta un rostro "lleno de secretos inconfesables, crímenes atroces y ciénagas corruptas".

Nada que no encontremos también en la península.


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