Desde hace mucho tiempo, dice el
texto de promoción editorial, la tradición universitaria evita algunos rincones
olvidados de la filosofía al tiempo que se vuelca con los protagonistas más
austeros y menos divertidos de la gran guerra de las ideas. ¿Por qué? Porque la
historia de la filosofía –como la historia en general- está escrita por los
vencedores. En este caso “los vencedores de un combate que, inexorablemente,
enfrenta a idealistas y materialistas. Los primeros, apoyados en el cristianismo,
han disfrutado de veinte siglos de poder intelectual, destacando los pensadores
que estaban a su favor y borrando cualquier huella de filosofía alternativa”.
Cuando en Francia se acaba de editar
el volumen 9 de la “Contrahistoria de la filosofía”, de Michel Onfray, en
España Anagrama, en la colección Compactos, ha reeditado el primero dedicado a
“Las sabidurías de la Antigüedad”. Epicuro, Lucrecio, Diógenes, Pirrón, Séneca,
Marco Aurelio…un escogido elenco de “antiguos” alternativos para quienes pensar
y vivir era una sola cosa: el epicureísmo, el escepticismo, el estoicismo o el
cinismo, que constituyen su legado, siguen siendo hoy herramientas útiles para
perseguir la libertad y la felicidad, los dos grandes deseos de la humanidad
desde que aprendió a utilizar sus potencias.
“La escritura de la filosofía
occidental no es neutral”: una Grecia supuestamente fundadora que ignora todo
el pensamiento que pudo preceder en el tiempo, una dominación idealista,
especialmente platónica, una tradición que continúa esa opción con el
espiritualismo cristiano y el ideal alemán… Onfray propone una contrahistoria
de la filosofía que presume de un linaje diferente: materialista, hedonista,
nominalista, atea, sensualista, empírica…que se parece a un catálogo razonado
de la historia del pensamiento, “el arte de la filosofía que ha hecho novillos”
(Aude Lancelin, Art Press), “una historia paralela del pensamiento que
rehabilita la tradición hedonista y materialista” (Robert Maggiori,
Libération).
En Contrahistoria de la Filosofía,
Michel Onfray -filósofo francés hedonista, ateo y anarquista, nacido en 1959,
amado y odiado a partes iguales por sus pares- examina veinticinco siglos de
filosofía “olvidada” por manuales, historias, enciclopedias, tesis doctorales,
coloquios, conferencias y editoriales: “cuenta la aventura de cínicos,
cirenaicos, epicúreos, ataráxicos, gnósticos, hermanos y hermanos del Libre
Esprit, libertinos barrocos, ultras de las Luces, utilitaristas anglosajones,
socialistas dionisíacos, nietzschianos de izquierda y otros continentes
poblados de personajes furiosos… que tienen en común la afición por una
sabiduría practicable, un vocabulario claro, una exposición límpida, y una
teoría capaz de producir una vida filosófica”. Onfray quiere hacer de la
filosofía no solo un arte de vivir, sino un arte de vivir mejor.
Terminada y ganada la batalla a los
bárbaros, el emperador Marco Aurelio se dirige a su general, Máximo, y le
pregunta (más o menos, cito de memoria): “Cuando un hombre siente que se acerca
el fin se pregunta si su vida ha tenido algún objetivo. ¿Se me recordará como
un filósofo, un guerrero, un tirano…?”. A sus “Pensamientos para mí mismo” el
tiempo los ha convertido casi en un best-seller. Cómo a las “Cartas” de Séneca
o al “Manual” de Epícteto. En nuestros días, la sabiduría antigua “salta de las
librerías a las pantallas de cine,…en Gladiator, por ejemplo, el espectador
aprende que hay cosas de dependen del hombre y otras que no dependen de él”.
Las «sabidurías» antiguas son, más
que ninguna otra cosa, formas de vida. Para aquellos filósofos, ser «amigo de
la sabiduría» -definición muy empleada- no consiste en acumular conocimientos
ni en construir grandes edificios teóricos sino en especular sistemáticamente,
porque el objetivo último de la filosofía es la mejora y la realización de uno
mismo. Filosofar es buscar respuestas prácticas a las cuestiones de la vida
cotidiana, “encontrar la felicidad en la verdad”.
Onfray recuerda en este libro –
“llevando a cabo un trabajo saludable”- que junto al idealismo todavía
dominante (Platón, siempre Platón, las religiones, la austeridad, la represión,
el castigo…), existe otro pensamiento, materialista y hedonista, calumniado a
través de los siglos por ese mismo idealismo: “Sólo podemos alegrarnos de ver
que recuerda la evidencia, oculta por la mala fe del pensamiento dominante, de
que las construcciones idealistas y otras retaguardias divinas son utopías
devastadoras. La Europa que se suicidó en el siglo XX, los comunismos (que
desgraciadamente no tenían nada de materialistas) que se han desplomado sobre
sí mismos y sus muertos, o el oriente medio a punto de hacerlo ante nuestros
ojos, son espantoso avatares que deberían incitarnos a buscar otra manera de
pensar y construir nuestras vidas”.
"Desde la revolución Francesa y
Mayo del 68, el último momento verdaderamente ‘descristianizador’ de la
Historia, – escribe Michel Onfray – estamos en la era postcristiana. Es decir,
que ya no disponemos de un discurso que, llave en mano, proporciona una
respuesta aparentemente coherente a todas las preguntas que podamos plantearnos
(metafísicas, éticas, políticas). De tal suerte que ahora hay que construir el
sentido, producirlo”…, misión que parecen haber abandonado la mayoría de los
filósofos e intelectuales, añade François Busnel en su reseña en el semanario
L’Express. ¿Y cómo podemos, en nuestros días, dar sentido a nuestras vidas?
“Eventualmente tomando de algunos sabios precristianas los medios para elaborar
morales postcristianas, porque se trata de sabidurías laicas que evitan
recurrir a la religión para explicar el mundo, rompiendo radicalmente con el
idealismo dogmático de Platón y Aistóteles que tanto ha contribuido a extender
el ideal ascético del que todavía somos prisioneros: “Proponen otra vía de
acceso a quienes se ahogan en los lastres del dogma y el temor a las guerras
declaradas en nombre de dios”.
Naturalmente que el mundo de la
Antigüedad no es el nuestro, pero las preguntas no han cambiado. ¿Cómo vivir
mejor? ¿Cómo encontrar la felicidad? ¿Cómo habituarse a la soledad?... En suma,
como organizar la vida. Los sabios antiguos tenían respuestas concretas. “No se
contentaban con hablar sino que ejercían su pensamiento como forma de vida “.
Pensar y vivir era para ellos una misma cosa.
Pero atención, alerta el autor, las
sabidurías antiguas no son tan simples como puedan parecer. Se las interpreta
siempre de manera poco fidedigna, cuando no se les calumnia para
desacreditarlas o se les confunde “con los adjetivos de los que usa y abusa el
lenguaje habitual: se considera al cínico un inmundo cabrón, al estoico un
fatalista resignado, al escéptico un crítico ansioso, al epicúreo un tragón
polígamo y libidinoso… Puras invenciones… Evitemos visitar esas filosofías como
museos o mausoleos, se trata de regresar a las fuentes, no de alienarse”.
Michel Onfray, filósofo y escritor,
tienen publicados más de medio centenar de libros en los que defiende « un
pensamiento influenciado principalmente por filósofos como Nietzsche, Epicuro,
la escuela cínica, el materialismo francés y el anarquismo individualista”.
Desde 2002 organiza anualmente, en Caen, el Seminario de Filosofía Hedonista
del que ha salido el corpus del proyecto de Contrahistoria de la Filosofía. Ateo sin concesiones, considera que
las religiones son indefendibles porque sirven como herramientas de dominación
y de corte con la realidad. Se reivindica perteneciente a una línea intelectual
cercana a la corriente libertaria. Ha declarado que en 2002 votó por el
candidato de la Liga Comunista Revolucionaria Olivier Besancenot por considerar
que “la izquierda tiene que ser de izquierda” y reactualizarse permanentemente
(cf. la obra Política del rebelde). En la elección europea de 2009 apoyó al
Front de Gauche, declarando en el diario comunista L’Humanité: “Apoyo a la
izquierda antiliberal que es la más unitaria posible”. En 2012 manifestó
públicamente su desacuerdo con Jean-Luc Mélenchon, porque había dicho en los
micrófonos de la emisora France Inter que “Cuba no es una dictadura sin ser
tampoco una democracia”.
Entre todas
sus obras, quizá el éxito mayor le corresponda a “Tratado de ateología”, un
libro en el que no salva a ninguna religión y que sin ninguna duda contribuyó a
que en 2005, al menos en Francia, aumentara considerablemente el interés por el
ateísmo. La crítica más dura es para el cristianismo en general, y el
catolicismo en particular; defiende la tesis “mitista” que considera que Jesús
es un “personaje conceptual” (definición que toma de Gilles Deleuze), lo mismo
que el Zaratrusta de Nietzsche o el Sócrates de Platón.
La mayor
parte de la obra de Michel Onfray está publicada en España por Anagrama;
también tienen algunos títulos en sus catálogos las editoriales Paidós, Taurus,
Pre-Textos, De la Flor, Ediciones 1984, Errata Naturae, Crítica, Libros del
Zorzal, Gedisa, EDAF y Sexto Piso.
Anagrama, Colección Compactos (CM
619)
ISBN 978-84-339-7721-2
Traductor Marco Aurelio Galmarini
Pág. 336, 9,90 €
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