Un científico inglés dice tener la primera
confirmación de vida extraterrestre
Mientras el robot
Curiosity –un ingenio astromóvil perteneciente a la misión estadounidense de
exploración en Marte–acaba de confirmar la presencia de agua en el segundo
planeta en importancia (por talla y masa) del sistema solar, la revista
científica Journal of Cosmology ha publicado un artículo
(http://journalofcosmology.com/JOC22/Milton5R.pd), firmado por el profesor
británico Milton Wainright, de la Universidad de Sheffielde, repasando el
“primer descubrimiento de rastros de vida extraterrestre”.
“No esperéis un
alien con cuatro brazos y unas glándulas salivales que fabrican zumo de manzana
–dice en su página de referencia Korben (http://korben.info/1ere-rencontre-avec-une-forme-de-vie-extraterrestre.html),
una de las fuentes francesas más fiables en cuanto a innovación tecnológica-;
no, se trata de biomorfos, pequeños organismos, nunca vistos en la tierra, que
se encuentran en la estratosfera.
Con la ayuda de un
globo equipado con material estéril, el equipo del profesor Wainright ha
recogido muestras de estos organismos, procedentes del espacio, que llegan a
nuestra atmósfera empujados por meteoritos y, según sus conclusiones, “existe
vida en otros puntos del espacio y muchas probabilidades de que haya podido
llegar a la tierra por este sistema”.
La noticia del
“primer descubrimiento de vida extraterrestre”, la confirmación de que no
estamos solos en el Universo ha despertado las naturales suspicacias en la
comunidad científica, mientras las páginas especializadas de los principales
medios de comunicación internacionales le han dedicado un gran espacio. El 23
de septiembre de 2013, el diario británico The Independent encabezaba su
página web con la noticia y explicaba que, el pasado 31 de julio, el equipo del
profesor Wainright lanzó un globo-sonda al cielo de Chester, en el noroeste de
Inglaterra, equipado con una especie de cajón teledirigido, que se abrió cuando
el globo alcanzó los 22 kilómetros de altitud y permaneció abierto durante un
cuarto de hora, mientras el ingenio continuaba su ascensión hasta alcanzar los
27 kilómetros de altitud. En ese punto desprendieron el ingenio del globo y lo
devolvieron a la tierra con un paracaídas. El artículo del Independent fue
reproducido en otros medios como La Tribune de Genève, la BBC o
el Times of India.
El contenido del
“cajón” pasó al microscopio electrónico y fue cuando se produjo el
descubrimiento de minúsculas estructuras “parecidas al ‘esqueleto’ de una diatomea
(alga unicelular microscópica)”, escribe el periodista científico Pierre
Barthélemy en su blog Passeur de sciences, en el periódico Le Monde: “El
estudio argumenta que ningúnmecanismo terrestre conocido puede explicar la
presencia de diatomeas en ese punto de la estratosfera; ningún avión, ninguna
tempestad, ha podido llevarla tan alto. Sólo un potente erupción volcánica
había podido propulsarla así, pero no ha existido ninguna tan importante.
Porque además, añaden los investigadores, según un modelo atmosférico que data
de 1968, una partícula con esa talla y densidad no puede permanecer en
suspensión en la estratosfera y cae a la tierra a la velocidad mínima de un
metro por segundo... Y así llegan al siguiente razonamiento que habría hecho
las delicias de Sherlock Holmes: una vez descartadas todas las hipótesis
terrestres, la única explicación que queda es el origen extraterrestre… Milton
Wainwright declara a The Independent que está ‘convencido en un 95%’ de
que esa estructura procede del cosmos. El comunicado de prensa de la
Universidad de Sheffield es aún más afirmativo: ‘Nuestra conclusión es que la
vida llega continuamente a la Tierra desde el espacio, que la vida no está
limitada a este planeta y que ciertamente no tiene su origen en él’.
A continuación, el
especialista de Le Monde expresa sus dudas acerca de la completa
esterilidad del ‘cajón’ donde se recogieron las muestras, de la falta de
ratificación por un “especialista en diatomeas” y, finalmente, la cronología:
el globo viajó a la estratosfera el 31 de julio y la revista Journal of
Cosmology recibió el trabajo el 9 de agosto. “estamos sin duda, dice, muy
cerca de haber logrado establecer el record del mundo del experimento más
rápidamente analizado, transcrito, enviado y aceptado por una publicación”.A
continuación sus críticas se dirigen hacia la revista en cuestión, a la que
define como “una guarida de investigadores que protagonizan una cruzada para
demostrar la teoría de la panspermia (históricamente, teoría según la cual
la vida se propaga en el universo en los espacios interestelares en forma de
gérmenes, esporas o semillas impulsadas por la presión de la luz. En la
actualidad, algunas teorías relativas al origen de la vida en la Tierra hablan
de una aportación de moléculas orgánicas, transportadas por meteoritos o
cometas).
En cuanto a los
últimos hallazgos del robot Curiosity, según el estudio publicado en la revista
Science y recogido en la web Le Journal de la science del 27 de
septiembre de 2013 (www.journaldelascience.fr
), se ha confirmado que el suelo marciano contiene entre el 1,5% y el 3% de
agua. Por lo visto, calentada a 835º C, el gas más abundante que desprende una
muestra recogida en el suelo del planeta rojo en Rocknest, una zona arenosa
situada en el cráter Gale, a unos 400 metros del lugar donde aterrizó Curiosity
el 6 de agosto de 2012, es H2O. También habría, en cantidades de mayor a menor,
dióxido de azufre, dióxido de carbono y oxígeno.
El último
descubrimiento de Curiosity no es ninguna novedad, pero sí una confirmación
más. Hace mucho tiempo que se conoce la presencia de agua en la superficie de
Marte. En 2003, la sonda europea Mars Express localizó una placa de hielo en el
polo sur del planeta. Y, más recientemente, el propio Curiosity encontró restos
de una antigua corriente de agua.
Marte, llamado así
en homenaje al dios de la guerra de la mitología romana, forma parte del
sistema solar. Es el planeta más parecido a la Tierra, tiene una superficie de
más de 144 millones de kilómetros cuadrados, su período orbital es de 687 días
y posee dos “lunas”, dos satélites llamados Fobos y Deimos.
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