Pese a la cita fijada para dentro de dos semanas en Roma, este 12 de octubre de 2021 los países del G20 han celebrado una cumbre extraordinaria sobre Afganistán, organizada con carácter de urgencia por Italia –que actualmente preside el grupo - para hablar de ayuda humanitaria y de lucha contra el terrorismo en ese país.
Es la primera vez que los presidentes de los países
más ricos del mundo se reúnen para estudiar las consecuencias de la retirada de
Estados Unidos de Afganistán, aunque han faltado a la cita el presidente ruso,
Vladimir Putin, y el chino, Xi Jinping, que han enviado a sus ministros de
Asuntos Exteriores. Tampoco ha acudido Boris Johnson por encontrarse de
vacaciones. Un reflejo de las tensiones diplomáticas que existen es el hecho de
que Rusia ha organización una conferencia sobre Afganistán en Moscú, programada
para el próximo 20 de octubre, a la que están invitados los gobernantes de
Pakistán, India e Irán, así como los talibanes afganos.
En la reunión, celebrada por
videoconferencia, los dirigentes del G20 han aceptado que, para evitar que se
produzca un “colapso humanitario”, no hay más remedio que implicar a los talibanes en la distribución de la ayuda
a Afganistán que, en principio, podrá estar asegurada a través de las agencias
de la ONU.
Según el diario británico The Guardian, algunas de las
agencias de ayuda, como el International
Rescue Committee, aseguran que Afganistán se encuentra al borde de un
« hundimiento humanitario », ya que depende en un 75% de la ayuda
exterior para sobrevivir, y esa ayuda no llega desde que los talibanes tomaron
el poder en agosto.
El Presidente del Consejo italiano, Mario Draghi,
organizador de la cumbre, cree que “para hacer frente a la crisis humanitaria
se necesitarán contactos con los talibanes,
pero eso no significa su reconocimiento. Serán juzgados por
lo que hagan, no por lo que digan. Es muy difícil pensar como se puede ayudar a
la gente en Afganistán sin implicar a los talibanes”.
Después
ha añadido que, de momento, no se aprecia ningún progreso visible en materia de
derechos humanos, derechos de las mujeres, educación o gobierno inclusivo,
cuestiones todas ellas de las que dependerá en el futuro el reconocimiento por
otros países.
En conjunto –escribe el enviado de The Guardian- sus
comentarios sugieren un compromiso entre los que quieren utilizar el
reconocimiento entre aquellos que
quieren utilizar el reconocimiento y el acceso a la ayuda como palanca para
moderar a los talibanes, y los que dicen que ahora no es una opción el castigo
colectivo del pueblo afgano al rechazar la ayuda”.
El pasado 11 de octubre, en la sede de la ONU en Nueva York su secretario general, Antonio Guterres, dijo a los periodistas que “si no actuamos y no ayudamos a los afganos a atravesar esta tempestad, no solo ellos sino el mundo entero lo pagará caro”.
En el período previo a esta cumbre, en las conversaciones de Doha, el ministro interino de Asuntos Exteriores de Afganistán, Amir Khan Muttaqi, pidió al mundo buenas relaciones pero evitó asumir compromisos firmes sobre la educación de las niñas, a pesar de la demanda internacional de permitir que todos los menores afganos regresen a la escuela. "La comunidad internacional debe comenzar a cooperar con nosotros", dijo en un evento organizado por el Centro de Estudios Humanitarios y de Conflictos del Instituto de Estudios de Posgrado de Doha. “Así podremos frenar la inseguridad y al mismo tiempo involucrarnos positivamente con el mundo”.
En
la cumbre y tras lograr el consenso, la Unión Europea (UE) ha aumentado su
ayuda inicial de 300 millones de euros hasta un total de más de mil y se ha
convenido que también deberían colaborar en el envío de ayuda humanitaria el
Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Recordemos que Estados Unidos ha congelado cerca de nueve mil millones de dólares de
activos afganos en bancos extranjeros.
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