“Soy un hombre que pinta. Nada más y nada menos”
“La Sra. Lowry e hijo” (Mrs. Lawry and Son), primera película de ficción del reputado director teatral Adrian Noble, narra la complicada relación entre el pintor Laurence Spencer Lowry, autor de una obra figurativa expresionista sobre los escenarios y las personas de Pendlebury, una pequeña localidad del noreste industrial de la Inglaterra de mediados del siglo XX y su madre, una mujer absorbente y obsesiva.
Fue una relación obsesiva entre un artista
introvertido, soltero, cobrador de alquileres y pintor en los ratos libres en
un ático donde escondía toda su obra y su madre, una mujer inválida, recluida
en su habitación, que nunca apreció las cualidades artísticas del hijo. Entre
ambos hay una enfermiza relación de dependencia que también es una forma de
amor. A la muerte de la madre, en 1976, el artista que ha pasado a la historia
como L.S. Lowry comenzó a exponer sus obras -paisajes despoblados, retratos
melancólicos, y escenas urbanas llenas de figuras humanas- ganó una reputación en
todo el país y hoy sus obras, que se encuentran en una galería especialmente
dedicada a su pintura en el Puerto de Salford, alcanzan cifras millonarias en
las subastas. Algunas de sus pinturas y dibujos se encuentran en la Tate
Gallery londinense y en el MOMA de Nueva York.
Biopic dramático un poco claustrofóbico que nos produce la impresión de estar
asistiendo a una función teatral (lo que era originalmente, una función escrita
por Martyn Hesford, autor de la adaptación)l, y una lección de interpretación
de sus dos protagonista, los veteranos Vanessa Redgrave (“Julia”, “Regreso a
Howrds End”, “La novicia”, “Cartas a Julieta”) y Timothy Spall (“Quadrophenia”,
“Harry Potter”, “Mr. Turner”,”The Party”) se centra en la relación, altamente
tóxica entre una madre castradora, trágica, cruel y enferma, que se niega a creer en el talento
de su hijo adulto, en la cincuentena, a
quien culpa, lo mismo que al marido difunto, de un destino que no le gusta, y
al que trata con desprecio y obliga a la sumisión. Lowry, por su parte, busca
continuamente la aprobación de esa mujer a que peina, sirve el té e intenta dar
conversación, sin obtener más resultado que un rosario de quejas y desprecio.
Ambos llevan una existencia estrecha y
melancólica, con algunas visitas a un pasado menos sombrío que el presente, y
escasas chispas de humor que saltan cuando consiguen hilvanar algo parecido a
una conversación, y chocan sus distintas perspectivas y aparecen sus
contradicciones. .
Al final de la película se hace constar que,
entre 1955 y 1976, rehusó hasta cinco recibir las condecoraciones reales de
la Orden del Imperio Británico (OBE),
Comendador del Imperio (CBE) y Caballero
del Imperio.
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