(El título de esta reseña lo he tomado prestado de la crítica que en 2004, en el momento de la presentación de la película en el Festival de Cannes, publicó el digital MCinema.com).
Entre melodrama clásico y lección magistral de cine nuevo, Wong Kar Wai construye en “2046” un universo metafísico y amoroso en el escaso espacio de una habitación de hotel.
(Tanto
estos dos títulos como el resto de la producción de Wong Kar Wai se están
proyectando en el marco de una especie de parque temático, que recrea su
peculiar universo, en los cines Renoir Princesa de Madrid y Boliches Cineme de Barcelona).
En “2046”
repiten protagonismo los excelentes actores Tony Leung y Maggie Cheung, acompañados de Faye Wong (“Chunking Express”)
y las estrellas del cine asiático Gong Li y Zhang Zryi; repite también el autor
de la banda sonora, Shigeru Umeybayashi, que en esta ocasión comparte los
aplausos con el alemán Peer Raben, y de nuevo escuchamos melodías vintage que en los ’60 fueron éxitos de cabaret y auténticos bombazos
radiofónicos, como “Siboney” o “Perfidia”, que curiosamente no desentonan en
ese universo cerrado de otras latitudes por el que discurren el periodista Chow,
distintas mujeres embutidas en un cheongsam y otras vestidas “a la occidental”,
todas únicas, y unos cuantos personajes que perfectamente podría haber salido
del mundo de la picaresca del cine negro
más clásico: dueños de hoteles equívocos, tipos que se abren paso apostando,
compañeros de redacciones y de noches alcohólicas, delincuentes y aspirantes a
suicidas…
En “2046”,
película de recuerdos y vivencias que comienza donde terminaba “In the mood for
love” -rememorando la leyenda de que quien quiere preservar un secreto tiene que buscar
un árbol, perforar en lo más alto posible y contárselo susurrando al orificio
logrado- un periodista que quiere escribir una novela sobre el futuro de pronto
se da cuenta de que está escribiendo sobre el pasado, su pasado. En su novela
hay un tren que va a gran velocidad hacia el año 2046, donde los viajeros
esperan encontrar los recuerdos perdidos. Se ignora si lo logran porque hasta
entonces nadie ha regresado para contarlo. Pero él ha estado allí, fue para
cambiar su pasado, ha vuelto y va a contarlo.
Pero
2046 es también el número de un cuarto de hotel, una habitación iluminada por
el rojo de los neones de la calle donde alguien asesinó a Lulú –la mujer que
regresaba del pasado en Shanghai-, el espacio donde el periodista recibe a sus
conquistas de una noche, femmes fatales
y jovencitas soñadoras que surgen en los pasillos…mujeres que le aman, le
abofetean, le rechazan, Mujeres van sumando momentos, instantes robados al
tiempo. Iimágenes fugaces de mujeres sublimes.
De
nuevo un realizador inteligente y virtuoso que cree en el cine como instrumento
para provocar cambios en las mentalidades, un creador enamorado de sus personajes
a los que mima, un ensayista que mezcla imaginario y recuerdos para extraer
lecciones de vida que se adueñan del inconsciente del espectador, un virtuoso
de la estética que propone un mundo de imágenes
emocionantes y deseo explícito.
De
la misma duración –más o menos- que “Deseando amar”, con escenas más o menos
parecidas, con mujeres que recuerdan a aquellas otras mujeres, “2046” es una
fuga continua hacia adelante y hacia atrás, un eco que llega para recordarnos
el laberinto de la vida, de todas las vidas que periódicamente regresan a la
casilla de salida con la esperanza de aumentar el valor de sus recuerdos.
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