jueves, 18 de junio de 2020

Los pueblos que no aprenden de su pasado…


Veo las imágenes de ese tipo con pinta de guarro que dispara al pim-pam-pum de los retratos de Pedro Sáchez, Pablo Iglesias, Irene Montero, Fernando Grande- Marlaska y Pablo Echenique  (creo que en este orden) y en un reflejo instintivo la imagen se me transmuta en la  del asesinato de los abogados de Atocha, el 24 de enero de 1977. Y no es casualidad,  porque es un dejà vu todo lo que estamos viviendo.

El tipo con pinta de guarro que dispara, por lo visto es policía, es Blas Piñar, los guerrilleros de cristo rey, Sánchez Covisa, Garcia Juliá, Albadalejo, Fernandez Cerrá, Billy el Niño… ultraderecha asesina con licencia para matar, la misma licencia de armas que ostenta con el orgullo de un diploma cum laude Santiago Abascal, versión siglo XXI del franquismo más ultramontano.

Al mismo tiempo que un diario publica las imágenes del aspirante a magnicida, la televisión pública entrevista a un eurodiputado de Vox que destila odio y escupe mentiras, sin que ni el presentador ni sus tres “opiniatras de turno” se atrevan a rebatirle; muy al contrario, continúan preguntando para llenar el tiempo previsto.

Que estén aquí, que la peor extrema derecha del continente se siente en el Parlamento y llene las pantallas, públicas y privadas,  es en gran parte achacable a estos medios de comunicación donde vale todo con tal de que siga el espectáculo. Libertad  de expresión no es lo mismo que libertad de mentir, de injuriar, de insultar, ni tampoco es lo mismo que libertad de asesinar. Algún día caerán en la cuenta y se avergonzarán. Deslumbrados por la novedad –no les vieron venir, ninguno se había percatado de que estaban agazapados, esperando su hora, en las filas del PP; o sí, lo sabían pero la borrachera informativa les aleja cada vez más de la realidad- les hicieron la campaña: Vox podría no haberse gastado un euro y el resultado habría sido el mismo. Y ahora creen que tienen que cargar con ellos.

Yo creo que no, yo creo que no es obligatorio poner un micrófono delante de quien va echar sapos y culebras. Yo creo que la democracia también tiene derecho a defenderse.

Parece demasiado tarde para remediarlo, en caso de que alguien esté arrepentido de su participación en el circo. La única solución posible se encuentra en las urnas de un futuro a tres años vista. Y eso queda muy lejos.

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