“Dos voces no siempre son un dúo”
“Un sol
interior” la última película de la
realizadora francesa Claire Denis (“Chocolat”,).
Tragicomedia de los sentimientos inspirada en el libro "Fragmentos de un discurso
amoroso" de Roland Barthes, está protagonizada por Juliette Binoche (“Tres
colores: azul”, “Caché”,
“Nadie quiere la noche”).
Ella es la auténtica estrella de
un largometraje en el que por momentos aparecen a su lado Josiane Balasko (“La ex mujer de mi vida”), Nicolas Duvauchelle
“Polysse”), , Xavier Beauvois (Nord), Bruno Podalydès (“Chocolat”), Valeria
Bruni Tedeschi (“Locas de alegría”) o Gerard Depardieu (“Solo
se vive una vez”), entre otros.
Isabelle (Juliette Binoche) es
pintora. Divorciada y madre de una niña, tiene cincuenta años, vive en París y
va de un amor a otro y de una relación caótica a otra. Siempre en busca de la
pareja ideal, cada vez que conoce a un hombre su corazón late esperanzado: “y
si éste fuera el bueno, si fuera EL…”.
La historia, teñida de una dulce
ironía y con un toque de sátira de las costumbres sociales, nos habla de una
Isabelle que no es excepcional, sino una mujer como tantas otras que viaja en
metro y charla con la pescadera al tiempo que encadena los amores porque
todavía se empeña en creer, como una adolescente, que existe el gran amor. Un
drama en el fondo, porque Isabelle no consigue el éxito perseguido en sus
intentos de hacerse amar, no sale victoriosa de la continua “esgrima sentimental”,
con sus envites y retrocesos, sus juegos de seducción y repliegue, sus momentos
de risas y lágrimas, sus diversos y variados afectos…Isabelle es una looser sentimental, con un corazón
enorme en el que caben todos (o casi) y del que todos se llevan algún girón.
Todo este caleidoscopio de
emociones y sentimientos aparecen sucesivamente en el rostro, de una
plasticidad sorprendente, de Juliette
Binoche, una de las grandes del cine francés más actual que, a la edad en que
hace un par de décadas finalizaba la carrera de las actrices porque dejaban de recibir ofertas –“demasiado
jóvenes para abuelas, demasiado viejas para amantes”-, se reinventa en un papel
de mujer madura que no esconde sus emociones, y a la que no asusta vestir
minifalda ni subirse en unos stiletto,
en una sucesión de momentos clave que terminan por hacer de “Un sol interior”
una película honesta, coherente, sobre la búsqueda del amor, del amor verdadero,
que no esconde las desilusiones ni los fallidos momentos de intimidad; una
película sobre una mujer que lo busca desesperadamente y cree encontrarlo en
todos y cada uno de los hombres que se le cruzan, en los diferentes afectos que
le provocan.
Pero ésta no es una más de las películas
–tan en boga- de “el amor después de los 50”, con protagonistas que limitan con
la decadencia. No, este es un relato del tiempo de las citas a ciegas y el
aumento de la esperanza de vida, lo que deja un margen inesperado para seguir
aspirando a tener un aspecto juvenil y sensual, para seguir pensando en el amor a una edad en que
nuestras abuelas se recogían en casa para siempre y nuestras madres solo tenían
amigas.
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