martes, 6 de junio de 2017

“Una policía en apuros” y unos espectadores casi mártires

A veces da la impresión de que los guionistas no saben cómo terminar la película, y la alargan hasta ver si suena la flauta y algún plano les parece apropiado para sobrescribir la palabra fin (el famoso The End que, por cierto, ya no aparece casi nunca y los nostálgicos como yo lo añoramos. Era como el permiso para levantarte de la butaca y abandonar la sala despacito, caminando hacia atrás, para seguir leyendo los créditos).

La disquisición anterior viene a cuento de una mala película francesa, “Una policía en apuros” (Raid dingue), producida, dirigida e interpretada por el cómico Danny Boon (“Manual de un tacaño”), a mayor gloria de la unidad de élite de la policía francesa R.A.I.D. (Recherche, Assistance, Intervention, Dissuasion).

“Podría haber sido divertido si no apuntalara el sistema que pretende parodiar” (Libération)

El humorista hace un retrato demasiado previsible, y nada divertido, de esa unidad policial a partir del ingreso en el cuerpo de una chica, Johanna (Alice Pool, “Cezzane y yo”), que llega muy recomendada porque su padre es nada menos que el ministro del Interior. Distraída, soñadora y torpe, es nula para el servicio aunque su destreza en algunas artes marciales la convierte en una amenaza para los criminales…pero también para sus compañeros y los transeúntes. Naturalmente tiene que vérselas con el policía más misógino de todos, con el que formará pareja para perseguir por París a una banda de atracadores.

“Una película que intenta imitar la época en que vivimos, o que la interpreta a partir de sus signos externos; es decir, los signos que invaden los canales de ‘propaganda continua’, con sus personajes de prêt-à-porter: políticos blandos, policías militarizados, grandes patrones, ‘bobos’ (bohemios burgueses) y yihadistas, y únicamente ellos (…) La película es una galería de elementos del lenguaje disfrazados de humanos, una parodia de parodias: el mal cine que parodia la televisión mala…” (Luc Chessel)

Al final, un letrero rindiendo homenaje a «todas las mujeres y los hombres que arriesgan su vida para proteger nuestra alegría de vivir”. Y nada más, “ni una palabra para nosotros, los espectadores, que hemos aguantado hasta entonces” (N.S. NouvelObs).


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