“La
humanidad necesita soñadores” (Marie Curie)
Marie y Pierre Curie recibieron el
premio Nobel de Física en 1903 por sus estudios sobre la radioactiviad: habían
descubierto que un mineral llamado pecblenda contenía substancias radioactivas.
A partir de este hallazgo, el matrimonio Curie desarrolló la primera terapia de
curación del cáncer en el mundo.
En 1911, la polaca Marie Curie,
nacida en Varsovia en 1867 como Maria Salomea Skłodowska -una investigadora
genial que ha inspirado a varias generaciones de científicos- recibió el premio
Nobel de Química por aislar el radio como metal puro, convirtiéndolo en el
número atómico 88 de la tabla periódica de elementos. Entre un premio y otro,
la vida de Marie Curie cambió completamente. Nació su segunda hija, perdió a su
marido en un accidente y mantuvo una relación amorosa con el físico Paul
Langevin; desgraciadamente él estaba casado, el asunto escandalizó al público
francés y al gobierno sueco que tenía que homenajearla en la ceremonia de los
Nobel.
Esos años, los que median entre los
dos Nobel concedidos a una mujer que hizo historia (fue la primera galardonada
y la única que ha recibido dos), son los que narra la película “Marie Curie”
(El valor de los conocimientos, The Courage of Knowledge), un biopic dirigido
por la francesa MarieNoëlle (”La mujer del anarquista”): «Ella era viuda y se
enamoró de un hombre que era un ligón reconocido; pero los rumores le
calificaban a él de víctima y hablaban de ella como si fuera una puta. Me
pregunté cómo lo habría vivido».
Lo mismo que hace hoy la prensa
sensacionalista, los periódicos de la época publicaron la correspondencia
amorosa entre Marie y Paul, facilitada por su vengativa mujer. En pleno
esplendor de su reconocimiento profesional, la brillante científica Marie Curie
se convirtió en el centro del cotilleo y la difamación. “A causa de un banal
adulterio tuvo que aprender amargamente que la pasión y la razón son
incompatibles” (Science & Film).
Escrita, dirigida, producida y
montada por Marie Noëlle -quien antes que cineasta quería ser científica-, está
interpretada por Karolina Gruszka («Inland Empire»), como Marie, y Charles
Berling («Elle»), en el papel de Pierre. Para documentarse, la realizadora se
entrevistó con la física nuclear Hélène Langevin-Joliot: el destino ha querido
que muchos años después la nieta de Marie Curie se casara con el nieto de Paul
Langevin, el amante de su abuela: “Cuando lo supe pensé que estaba muy bien. Es
como si el amor fuera una energía que no se destruye (…) Lo que más admiro del
personaje es su forma de pensar. No le importaban los convencionalismos de la
época. Marie Curie se concentró siempre en las cosas que consideraba
importantes, y eso le permitió ser fiel a ella misma. Todos podemos aprender
algo de Marie Curie. Es increíble que tuviera el valor de hacer lo que quería,
sobre todo en una época en que todo era mucho más complicado”.
En la sociedad europea de los
primeros años del siglo XX, un mundo de hombres, Marie Curie tuvo que luchar
con valentía para ayudar a cambiar el curso de la historia. Como profesora en
la Universidad de París -también fue la primera mujer que tuvo una cátedra en
la Sorbona- tuvo que enfrentarse a la condescencia y el antagonismo de sus
colegas hombres. En su trabajo en el laboratorio tuvo que desafiar a quienes
pretendían mezclar las investigaciones con su vida privada. La inteligencia con
que la actriz polaca Karolina Gruszka se ha metido en la piel de su compatriota
científica, una persona “a la vez estoica y vulnerable, nos lleva al
convencimiento de que esa mujer visionaria era también un ser humano complicado
y fascinante” (Jane Schoettle, Tiff).
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