La
guerra en su versión más espeluznante
Drama épico ambientado en la
Segunda Guerra mundial -en los enfrentamientos entre estadounidenses y
japoneses, después del ataque sorpresa de Pearl Harbor, llevado a cabo por la
aviación y la marina japonesas contra la base naval americana situada en la
isla de Oahu, en Hawai-, “Hasta el último hombre” está basada en hechos reales
y dirigida por el actor, productor y realizador Mel Gibson (“Braveheart”, Oscar
a la mejor película en 1996), quien regresa a la dirección diez años después de
“Apocalypto”, y protagnizado por Andrew Garfield (“La red social”, “The Amazing
Spiderman”), Vince Vaughn (“De boda en boda”), Sam Worthington (“Avatar”), Teresa
Palmer (“Point Break”) y Rachel Griffiths (“Hilary y Jackie”).
Drama bélico sobre la historia del
objetor de conciencia Desmond Doss quien, sin empuñar arma alguna, con
tenacidad, valentía y al límite de sus fuerzas, salvó la vida a 75 hombres en
la batalla de Okinawa; en su calidad de médico de la compañía, evacuó él solo y
con ingenio a los heridos hasta que finalmente le alcanzaron una granada y el
disparo de un francotirador; hazaña que le valió ser el primer objetor
galardonado con la Medalla de Honor del Congreso de Estados Unidos.
Cuando estalla la Segunda Guerra
mundial, un joven estadounidense hijo de un veterano de la guerra de 1914 se
enfrenta al dilema de querer servir al país como cualquier otro ciudadano al
tiempo que la violencia es incompatible con sus creencias y principios morales.
A pesar de todo, se alista como enfermero en Infantería, negándose no solo a
matar sino también a llevar un arma. Sus convicciones no violentas son objeto
de burla y escarnio por parte de los compañeros y el mando. Reconocido
finalmente como objetor, se le autoriza a recibir formación médica, y participa
de lleno en el infierno de la guerra, donde termina por ser uno de sus héroes.
En la batalla de Okinawa, en el inexpugnable acantilado de Maeda, consigue salvar
a decenas de compañeros heridos, evacuándolos uno a uno del campo tomado por
los japoneses.
Hasta aquí, la historia del soldado
Doss, el valiente enfermero cristiano en los márgenes del fundamentalismo que se
enfrenta solo a una soldadesca japonesa, sádica y ávida de sangre. Historia que
parece fabricada ex profeso para Mel Gibson, un cineasta fascinado por la
sangre y la violencia, y obsesionado por el sacrificio, quien la convierte en
un mensaje penoso, desagradable, ideológicamente discutible, e incluso en “un
caso psiquiátrico” ( Romain Blondeau, Les Inrockuptibles), ya que se trata de
hacer el retrato de un objetor de conciencia al tiempo que se mantiene un
discurso cien por cien militarista -“un cuento sobre el pacifismo escrito sobre
un monumento de violencia”- y se va dejando detrás un paisaje regado de
muertos, heridos, cuerpos destrozados, mutilados, literalmente reventados…
Filmando la guerra con el máximo de
realismo, Mel Gibson ha querido no solo convertir la gesta del soldado Doss en
un taquillazo morboso (como ya hizo con “La pasión de Cristo”) sino también
despertar los instintos más primitivos del espectador, sirviéndole violencia
“con una potencia visual devastadora”.
Aconsejo encarecidamente no llevar
a los menores a ver una película “abyecta y complaciente” (La Croix).
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