Del 2 al 11 de diciembre de 2016,
la sección francesa de Amnistía Internacional (AI) tiene abierta una campaña
mundial de movilización a favor de personas cuyos derechos son violados. La
campaña, que repite otra del año anterior, que se saldó con algunos éxitos
porque recobraron la libertad algunas de las personas mencionadas en ella, se
estructura en torno al 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos
Humanos (se pueden firmar los casos seleccionados este año en https://www.amnesty.fr/campagnes/10-jours-pour-signer?utm_campaign=10JPS2016&utm_medium=email&utm_source=email-petition
)
Durante diez días, diez situaciones
personales a defender, desde Edward Snowden, emblemático denunciante de «top
secrets» de la administración estadounidense, hasta Shawkan, periodista egipcio
encarcelado, y amenazado de ejecución. Sin olvidar a Bayram y Giyas, dos
militantes azerbayanos de 22 años torturados por hacer pintadas en una estatua,
ni tampoco a Eres Keskin, abogada turca acosada y amenazada por su compromiso
en la defensa de los derechos humanos.
«La movilización de los diez días
quiere enviar un mensaje claro: las personas están dispuestas a resistir a los
abusos de poder, allá donde se produzcan. Nuestro deber es sacar a la luz las
injusticias, de forma que los gobiernos no puedan ignorarlas”, ha dicho Camille
Blanc, presidenta de Amnistía Internacional Francia.
AI pide dirigirse a las autoridades
de los distintos países enviando cartas y peticiones, y escribiendo mensajes en
las redes sociales. Se trata de defender tanto a víctimas de tortura,
discriminación, represión de la libertad de expresión, como de exacciones
cometidas en las empresas. La campaña “10 días para firmar” incluye también el
envío de mensajes de solidaridad a las personas defendidas, un apoyo moral
indispensable.
“Amnistía Internacional pide a la
gente de todo el mundo que haga de la lucha contra la injusticia una cuestión
personal; hay pocos medios de acción más directos que tomar una pluma y
escribir una carta a una persona valiente para apoyarla, o dirigirse a las
autoridades para pedir su protección”.
Algunas personalidades, como el artista
chino Ai Weiwei, el futbolista camerunés Patrick Mboma, el artista callejero
Djalouz y la actriz Sophia Aram, se han sumado ya a la campaña, enviando
tarjetas postales con mensajes de apoyo, dibujando graffitti o prestando su voz
a los spots radiofónicos de promoción de la campaña.
En 2015, en la anterior campaña de
AI, se movilizaron más de 3,7 millones de personas en más de 200 países y
territorios. Tras la movilización, salieron en libertad Albert Woodfox,
americano condenado en Angola en celda de aislamiento desde hacía más de 40
años; Yecenia Armenta, mexicana y madre de dos niños, torturada, violada y a la
que la policía intentó asfixiar; Phyoe Phyoe Aung, estudiante de Myanmar
encarcelado por acudir a una manifestación y Fred Bauma e Yves Makwambala,
jóvenes presos de opinión en la República Democrática del Congo.
Los diez casos a defender en 2016
son:
Annie Alfred, amenazado por ser
albino en Malawi, un país que persigue a estos ciudadanos.
Los pueblos autóctonos de Peace
River Valley, Canadá, en lucha contra un proyecto de presa, para proteger sus
tierras ancestrales.
Fomusoh Ivo Feh, condenado a 10
años de cárcel en Camerún por enviar un SMS sarcástico.
Máxima Acuña, campesina y militante
peruana, enfrentada a una compañía minera.
Shawkan, nombre artístico de
Mahmoud Abu Zeid, fotoperiodista egipcio al que detuvieron cuando fotografíaba
la violencia policial en una manifestación de 2013, y para el que piden pena de
muerte por nueve cargos inventados.
Bayram y Giyas, dos jóvenes
azerbayanos de 22 años, que pueden pasar 12 años encarcelados por un graffitti
en una estatua.
Zeynab Jalalian, militante iraní de
los derechos humanos, condenada a perpetuidad en un proceso injusto.
Eres Keskin, abogado turco acosado
y amenazado por su compromiso con los derechos humanos.
Johan Teterissa, indonesio,
torturado y condenado a 15 años de cárcel por exhibir una bandera
independentista.
Edward Snowde, estadounidense
exiliado forzoso en Rusia y amenazado de cárcel por revelar los programas de
vigilancia masiva de las agencias estatales.
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