En
marzo de 2015 se celebra el 50 aniversario de un momento decisivo en la lucha
del Movimiento de los Derechos Civiles, y en la historia de Estados Unidos. El
“Domingo Sangriento” (Bloody Sunday) del 7 de marzo, en la primera de las tres
marchas de Selma a Montgomery (en Alabama), la policía local cargó con porras y
gases lacrimógenos contra 600 manifestantes pacíficos. Una semana más tarde, la
estudiante Viola Luzzo, militante blanca de los derechos civiles, asistió a una
manifestación en su universidad y después llamó a su marido para decirle que se
iba a Selma porque era “la lucha de todo el mundo”. La última marcha, la del 25
de marzo, consiguió llegar con éxito hasta Montgomery. La noche anterior, Viola
Luzzo fue asesinada por el Ku Klux Klan, cuando recogía en su coche a algunas
personas que se dirigían a Selma para tomar parte en la marcha. El itinerario
entre las dos localidades es hoy un lugar de memoria conocido como “Selma to
Montgomery National Historic Trail”.
En
aquellos comienzos de 1965, los afroamericanos todavía no podían votar pese a
que ya se había aprobado en el Congreso, en julio de 1964, la ley que se lo
permitía. El reverendo Martin Luther King Jr. -“I have a dream”, frase que no
aparece en el guión de la película Selma al parecer porque los tres hijos de
King, enfrentados en los juzgados entre ellos, han cedido los derechos de sus
discursos a los grandes estudios Warner Bros, según ha contado la realizadora, y
donde dicen que Spielberg prepara otro filme basado en una autobiografía. “MLK
tenía un sueño, sus herederos un ejército de abogados”, ha resumido el diario
Boston Globe, perteneciente al grupo New York Times Company-, Premio Nobel de
la Paz 1964, pastor baptista y militante no violento por los derechos civiles
de los negros en Estados Unidos, por la paz y contra la pobreza (que moriría
asesinado el 4 de abril de 1968, en Memphis), organizaba acciones como el
boicot a los autobuses de Montgomery, donde los negros solo podían sentarse en
la última fila de asientos, y contaba con el apoyo del presidente John F. Kennedy
en su lucha contra la segregación racial. Cuando Kennedy fue asesinado, el 22
de noviembre de 1963 en Sallas, King (1) pidió al presidente Lyndon B. Johnson
la abrogación de las leyes discriminatorias, lo que sucedió bastante más tarde
con la promulgación de la Civil Rights Act y la Voting Rights Act en 1965.
Selma,
la película dirigida por Ava Duvernay e interpretada por David Oyelowo (El
mayordomo), Tom Wilkinson (El Gran Hotel Budapest), Carmen Ejogo (Sparkle), Tim
Roth (Reservoir Dogs) y la presentadora-estrella de la televisión Oprah Winfrey
(El color púrpura) , está inspirada en el drama de la vida y la muerte de
Martin Luther King Jr. Paradójicamente es una película más inglesa que
americana, ya que de Gran Bretaña proceden la mayor parte de la producción, el
protagonista, su mujer y los actores que interpretan los personajes históricos
del presidente Johnson y el gobernador de Alabama Wallace. La realizadora, en
cambio es estadounidense.
La
película Selma cuenta las tres marchas, encabezadas por el reverendo King y
otros religiosos integrantes del movimiento de la no violencia, que intentaron
llegar desde la localidad de Selma hasta Montgomery, la capital del Estado de
Alabama, reivindicando el derecho al voto mediante la inscripción en las listas
electorales: un derecho que los negros intentaban ejercer y al que los racistas
y segregacionistas del Sur respondían invariablemente con homicidios, atentados
y represión violenta. Las marchas tenían el objetivo de forzar al presidente
Johnson a promulgar las leyes aprobadas un año antes. Como contraste a la
respuesta violenta propugnada por el movimiento de Malcolm X, y arriesgando su
vida, Martin Luther King se puso el 7 de marzo de 1965 a la cabeza de una
manifestación que al llegar al puente Edmund Pettus Bridge fue atacada por la
policía, se transformó en una batalla campal que no discriminaba ni ancianos ni
niños y dejó un saldo de un muerto y 50 heridos.
Los
hechos del “Bloody Sunday” fueron portada de todos los informativos televisados
del país vistos en todos los hogares estadunidenses; la indignación que
generaron hizo que a las marchas sucesivas se sumaran personas de todos los
colores y religiones, hasta que Johnson se decidió a promulgar las leyes y, en
el tercer intento, los manifestantes guiados por King consiguieron llegar a
Montgomery y rendir homenaje a las víctimas.
Selma, la película, cuenta esto y más: el
papel del director del FBI, E.J. Hoover, la oferta de ayuda de Malcolm X
(asesinado en febrero de 1965 en el Estado de Nueva York), las corrientes
internas del movimiento de la no violencia, los dramas personales y el valor de
algunos hombres y mujeres concretos dispuestos a dejarse la vida a cambio de
conseguir afirmar sus derechos. Según algunos comentaristas, el actor que
interpreta al reverendo King, David Oyelowo, es en su vida privada “un
ferviente cristiano convencido de que estaba predestinado a interpretar este
personaje”.
Pese
a haber logrado el objetivo de retratar un personaje humano suficientemente
alejado del mito, “un héroe pero no un santo”, con sus muchas virtudes y
algunos de sus defectos, incluido el de la infidelidad que es uno de los peor
vistos en EEUU; Oyelowo, un actor hasta ahora destinado a papelitos
secundarios, domina la pantalla con ese algo shakesperiano que solo tienen los
actores británicos. Pese al magnífico trabajo efectuado en la recreación de
escenas históricas importantes, como justamente aquel domingo de marzo, la
película Selma tiene un ritmo desigual que alterna momentos de gran fuerza
cinematográfica con debates políticos difíciles de concretar. Y tiene también
algunas lagunas históricas, especialmente en la definición de personajes
secundarios, al decir de los historiadores.
Pero,
en todo caso, es una película apasionante, un biopic sincero,
respetuoso y documentado que, incomprensiblemente, en la última ceremonia de
entrega de los premios Oscar consiguió tan solo el de la Mejor canción
(galardón muy discutido, por otra parte, por artistas que no han encontrado la
menor originalidad, ni apenas mérito, en la música premiada).
(1)En
1977, el presidente Jimmy Carter concedió a Martin Luther Kimg Jr. La medalla
presidencial de la libertad a título póstumo; en 1978 se le otorgó el Premio de
los Derechos Humanos de Naciones Unidas, y en 2004 la Medalla de Oro del
Congreso. Desde 1986, en Estados Unidos es festivo el Martin Luther King Day, un
día que se celebra el tercer lunes del mes de enero, que cae cerca del 15, aniversario
del nacimiento del reverendo.
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