Hubo
que retrasar el entierro de un primo de Mohammed Bucheeri, habitante de la isla
del Golfo Pérsico, quien escribía dirigiéndose al jeque Nasser en su cuenta de
Twittert: “Nos espera en el cementerio y nadie acudirá a despedirle. ¿Es esto
aceptable?”; muchos médicos no pudieron acudir a las demandas de urgencia ni
muchos enfermos a sus sesiones de diálisis; los automóviles se encontraban
parados en un atasco de varios kilómetros en las vías que conducen a Manama, la
capital de Bahrein; del aeropuerto internacional de Muharraq no salían los
aviones porque el tráfico estaba alterado… Era el 6 de diciembre de 2014 y eso
ocurrió entre las 7 y las 11 de la mañana. El pequeño país, que tiene una
extensión de 780 kilómetros cuadrados, se paró completamente durante cuatro
horas porque el jeque Nasser bin Hamad Al Khalifa, hijo del rey, estaba
nadando, pedaleando y corriendo, en un triatlón que se celebraba por las
carreteras del país, según informa Amira Al Hussaini
en la publicación digital independiente Global Voices Online.
La
reacción fue especialmente virulenta en las redes sociales. Los internautas de
Bahrein, poco dados a criticar a su familia real, no pudieron soportar las
imágenes de muchos conciudadanos, y especialmente mujeres, arrastrando a pie
sus pesadas maletas, camino del aeropuerto. Fue el mismo Mohammed Bucheeri que
no podía acudir a enterrar a su pariente quien subió las fotografías de esas
mujeres encerradas en sus negros burkas a la red de Vine (aplicación de Twitter
que exhibe vídeos de cortos, de no más de 6 segundos de duración).
La
compañía aérea nacional, Gulf Air, sponsor del triatlón donde se esforzaba el
hijo del monarca, también se manifestaba en las redes, con un comunicado
explicando que los vuelos no habían despegado porque los viajeros no llegaron a
tiempo al aeropuerto.
Y
conviene añadir que para los habitantes de las ciudades y pueblos de Bahrein,
sobre los que se ciernen unas medidas represivas exageradas como consecuencia
de las manifestaciones pro-democracia que tuvieron lugar en los primeros meses
de 2011, en la estela de las otras primaveras árabes, las carreteras atascadas o
cerradas y los controles de tráfico “forman parte de su forma de vida” :
“Nosotros –ha escrito el ciudadano Wasan en Twitter, dirigiéndose a quienes
apoyan al régimen absolutista del monarca Hamed
ben Issa Al Khalifa- estamos habituados a ver las carreteras bloqueadas
durante horas en las entradas de las zonas donde vivimos, normalmente por causa
de los controles policiales, mientras a vosotros se os cae la baba con los
dirigentes y acusáis a la oposición de ser responsables de los bloqueos y
perturbaciones que entorpecen vuestra cotidianidad. Vosotros ponéis el grito en
el cielo cuando hay manifestaciones, y quemamos neumáticos. Esta vez, que los
problemas los causan vuestros intereses, no decís nada”
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