viernes, 2 de abril de 2021

Todos quieren llamarse Salmón

A causa de una promoción de la cadena de venta de sushi Akindo Sshiro, decenas de habitantes de la ciudad de Taipei, en Taiwan, han decidido cambiar de nombre y pasar a llamarse « guiyu » (鮭魚), que en chino significa salmón.

El diario  británico The Guardian retoma una información publicada en el Taipei Times, donde se explica  que la promoción promete una comida gratis a todos los ciudadanos que se llamen Salmón, así como a quienes compartan la mesa con él.

 

Machismo manda: las ciudadanas de Taipei, que  también pueden llamarse Salmón si les gusta, pueden disfrutar de una comida a mitad de precio; y en el caso de los nombres que tengan al menos un carácter en común con “guiyu” se les hará una reducción del 10% de la factura.

Todo ocurre porque, por 2,37 euros en gastos de sellos y otras burocracias,  en Taiwan –pequeño estado insular llamado también República de China, nombre con que figura en la ONU- se puede cambiar hasta tres veces de tarjeta de identidad y certificado de registro. Entre las genialidades registradas en las últimas semanas figura “Kuo bol de arroz al salmón” (郭鮭魚丼飯), elegido por un estudiante llamado Kuo que piensa volver a la forma original una vez que se ponga ciego en el restaurante de sushi, y también “Principe del salmón”, “Salmón y arroz salteado, e incluso “Salmón explosivo”.  La información asegura que el record de momento lo tiene un nombre con 36 caracteres.

Al viceministro del interior de Taiwan, de nombre Chen Tsung-yen, no le ha hecho ni pica de gracia el anuncio: “Estos cambios de nombre no solamente son una pérdida de tiempo, también generan formalidades administrativas inútiles”.

No es la primera vez que una publicidad provoca “daños colaterales imprevistos”. En 2018, en Francia, la cadena de supermercados Intermarché puso a la venta botes de Nutella rebajados un 70%. La policía tuvo que intervenir en el tumulto que se organizó en la puerta de los establecimientos.

 

En 2020, un pueblo italiano que ofrecía estancia gratuita- y que tiene capacidad para recibir 250 turistas-  recibió más de 8.000 peticiones del mundo entero.

 

En Pakistán, donde los turistas chinos pueden comer gratis en algunos restaurantes, decenas de turistas surcoreanos se hacen pasar por chinos, según publica el diario local Global Times.

 

Aunque la palma se la lleva Pepsi Cola que en 1996 estuvo a punto de gtener que comprar un jet McDOnell Douglas Harrier a un cliente. Aquel año, una gran campaña publicitaria de la bebida incluía puntos en las compras, con los que podrían ganarse regalos: por 75 puntos, una camiseta; por 175 unas gafas de sol, por 1450 una chupa de cuero…pero al final del spot se veía a un joven que aparcaba un jet en la puerta de su escuela y se escuchaba una voz que decía “Un caza Harrier por setecientos mil  puntos”. En el catálogo de los regalos, en letra pequeña, se aseguraba que en lugar de coleccionar los puntos se podían comprar pagando 10 céntimos en lugar de cada punto, lo que suponía pagar 700.000 dólares para llevarse el avión (cuyo precio de mercado era de 33,8 millones de dólares de la época).

 

Un estudiante llamado John Leonard envió a Pepsi un cheque por valor de 700.000 dólares –se ignora de donde los sacó- y se quedó esperando su jet, que no llegó nunca. En su lugar, recibió una carta del fabricante de la bebida con algunos bonos para canjear por botellas y explicando que “el jet no formaba parte del catálogo de regalos” y que lo habían incluido para hacer “un anuncio humorístico y divertido”.

 

John Leonard contrató un abogado, a quien el director de marketing de Pepsi le dijo que “ninguna persona razonable puede pensar que se trata de una oferta en serio”, por lo que pasaron a la denuncia y, después de años, un juez falló a favor de Pepsi afirmando:

1-que un spot publicitario no es una oferta contractual, y

2-que el tono del anuncio era claramente humorístico.

 

Por su parte, Pepsi corrigió el anuncio, elevando la cantidad a 700 millones de puntos.

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