«Ni siquiera Johnny Deep con boina puede salvar esta torpe película“ (Cineuropa)
Proyectado en una de las sesiones de gala del Festival Internacional de Cine de Berlín –la Berlinale- 2020, el biopic « El fotógrafo de Minamata », basado en una historia real, está dirigido por Andrew Levitas (“Lullaby”) y producido e interpretaoa por Johnny Deep (“Eduardo Manotijeras” “Piratas del Caribe”),
El actor –que por cierto acaba de perder una denuncia
contra el tabloide británico The Sun, a cuenta del maltrato infligido a su
última mujer- encarna a un mítico fotoperiodista estadounidense, William Eugene
Smith, célebre por sus fotografías de la Segunda Guerra Mundial, quien en 1971 acudió a Japón encargado por la
revista LIFE Magazine para fotografiar
las secuelas que los vertidos de mercurio de la fábrica Chisso estaban dejando
en las familias de los trabajadores que vivían en la zona: aparte los
trabajadores que habían quedado completamente inútiles, había un número
importante de hijos nacidos con importantes malformaciones, algunos incluso
auténticos vegetales privados de todos los sentidos.
Virtuoso de la fotografía y adornado con muchos de los
defectos que existen en el catálogo de los humanos –es un alcohólico, tiene
abandonados a sus hijos, que le odian, es grosero e incluso maleducado con los
directores de publicaciones que le
encargan trabajos- Eugene Smith ha conocido a una traductora japonesa que es
quien le ha puesto al corriente de lo que se conoce en Japón como “la
enfermedad de Minamata”, del nombre del pueblo en que está la fábrica
contaminante.
Perseguido, e incluso atacado, por los sicarios de la
dirección de la fábrica, que se niega a reconocer las consecuencias de la
contaminación y a indemnizar a las
víctimas, con la cabeza vendada y un brazo en cabestrillo, el fotógrafo –con
boina “al estilo Robert Capa”, una voz que cambia de tono según esté sobrio o
borracho, una barba que parece postiza y una cámara Minolta al cuello - finalmente lleva a cabo el trabajo
encomendado como si se tratara de una odisea y él fuera el héroe que ha salvado
al pueblo.
Porque de hecho, y aunque se trata de un historia
importante, de un escándalo más de la sociedad del “todo beneficio” que sigue
su carrera imparable sin siquiera mirar a los inmolados que va dejando por el
camino, la película es el retrato fallido, tanto del hombre como de la causa
que quiere denunciar, contado con una torpeza manifiesta que convierte al
reportero que destapa casos de corrupción, malas prácticas y negligencia, en un
personaje sin consistencia, en la “estrella”
del oficio que es justamente su antítesis (justamente hoy que hemos
conocido el asesinato en Burkina Faso de David Beriaín y Roberto Fraile, un
periodista y un reportero gráfico que, como tantos otros, llevaban años dando testimonio de muchas situaciones
injustas sin ponerse medallas).
William Eugene Smith, nacido en 1918 en Wichita
(Kansas), se inició en la fotografía a los 15 años. Publicó sus fotos en los
diarios locales antes de graduarse en el New York Instutute of Photography.
Trabajó como freelance para LIFE Magazine pasando después a la Agencia Magnum.
Fue corresponsal de guerra durante la Segunda Guerra mundial, cuando muchos de
sus reportajes alcanzaron difusión mundial, entre ellos el titulado “Spanish Village”
- publicado en LIFE en 1951-, una parte del cual se realizó en Deleitosa, «un pueblo sin nombre» y
casi sin contacto con el progreso de la provincia de Cáceres durante la
dictadura franquista, que tenía 2650 habitantes, el triple que ahora, y carecía
de teléfono, alcantarillado y agua corriente”.
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