« Es la radio de la revolución”
Portada del periódico francés Les Echos
En un refugio de Rangún, capital económica de
Birmania, un pequeño grupo de jóvenes
veinteañeros se reúne para ensamblar las piezas de un emisor de radio portátil.
Durante varias horas difunden “traducciones en birmano de noticias de la
actualidad internacional, homenajes a los manifestantes abatidos por las
fuerzas armadas, cantos y poemas revolucionarios y entrevistas con los
dirigentes del movimiento de desobediencia civil de Birmania, surgido para
oponerse a la Junta militar que se hizo con el poder en febrero ».
Así comienza la crónica sobre « la radio de la
revolución » -la emisora FM Federal que emite en directo para todo el
territorio birmano en la longitud de onda 90,2 MHz- firmada por Peter Guest, uno de los editores
de la publicación digital Rest of World (*).
Después, dice Guest, desmontan el equipo, cada uno se
lleva una pieza de la radio y, por distintos recorridos, todos se encaminan
hacia otra dirección, donde las guardan. “La seguridad es muy estricta, no
emiten dos veces desde la misma dirección y todos los miembros del grupo
utilizan alias. El nombre elegido para la emisora traiciona su idea política,
apoyan una Birmania federal que rechaza la identidad mayoritaria del estado
bamar (la etnia mayoritaria) y se esfuerza por convertirse en una auténtica
unidad étnica”.
Es también la reacción a los apagones nocturnos de
Internet impuestos por la Junta, que impiden a los birmanos comunicar con el
mundo exterior y que culminaron el pasado 2 de abril cuando desactivaron
completamente el Internet móvil, en un país donde son muy pocas las personas
que disponen de conexión fija. En medio
del vacío que impedía no solo la comunicación entre las personas, sino también
el acceso a la actualidad del mundo, los medios estatales difundieron “una propaganda
que subestimaba la amplitud de la crisis, decía que los manifestantes son
terroristas y agentes extranjeros, y condenaba la violencia en la calle que achacaban
al movimiento de desobediencia civil”.
La programación de la radio « FM federal » es
una mezcla de informaciones prácticas y de apoyo a los manifestantes que no han
dejado de ocupar la calle. También emite reportajes y programas didácticos
sobre la necesidad “una representación mayor en la política birmana. La gente
tienen necesidad de recibir información real porque los militares difunden informaciones
falsas en sus medios”.
Fue como respuesta a esa situación que el grupo de
jóvenes se puso a buscar material para montar una emisora: todos ellos son expertos
en tecnología digital y muchos trabajaban en empresas de la sociedad civil
antes del golpe de estado. Aunque nunca habían hecho funcionar una radio,
encontraron técnicos dispuestos a enseñarles « en un curso acelerado »,
asegura de las componentes del grupo que ha elegido el alias de Mulán.
Sin duda, estos jóvenes resistentes de la oposición
birmana han recordado lo que les contaron sus mayores acerca de cómo durante el
anterior período de dictadura militar, que duró nada menos que desde 1962 hasta
2011, la radio jugó un importante papel en la difusión de mensajes contrarios
al gobierno. En aquella ocasión,
evitaron los controles de la Junta Militar emitiendo desde Tailandia.
« Las gentes no quieren vivir en dictadura,
quieren abolir el régimen militar », asegura Mulán convertida en portavoz
del grupo, mientras los analistas internacionales temen que en Birmania se esté
incubando una guerra civil. Los miembros de la “radio de la revolución »
lo que temen es que la Junta decrete un apagón de las telecomunicaciones y de
Internet, y deje al país “fuera del mundo”, como ya estuvo en el pasado. Para prepararse
a esta eventualidad están empeñados en una recogida de donaciones para “instalar
sitios alternativos en todo el país, aumentando el alcance de las emisiones y
haciendo que sea más difícil desmantelar la organización: Queremos emitir en
todas las regiones del país, queremos ganar y acabar con la dictadura.
Intentamos que no nos detengan”.
(1) Rest of
World es una organización internacional de periodismo sin ánimo de lucro con sede
en Nueva york creada Sophie Smith, licenciada en ciencias empresariales por las
universidades de Standford, Harvard y Princeton, que se ocupa de temas de
tecnología, cultura y experiencias humanas. El numeroso equipo de la
publicación habla veinte lenguas y procede de 41 países. Han elegido “el resto
del mundo” como nombre porque es un término empresarial que significa “todo el
mundo”, y que generalmente se refiere a miles de personas que no pertenecen al
mundo occidental y es el síntoma de una visión del mundo centrada en Occidente
que deja fuera de la conversación innumerables perspectivas y complejidades. “Porque sabemos que la historia de la
tecnología es tan grande como el mundo que la utiliza. Esperamos que descubráis
lo que nosotros ya sabemos: con cerca de un millón de personas que cada día se
conecta por primera vez< a Internet, no se sabe de dónde vendrá la próxima
gran idea”, se lee en la declaración de objetivos de la fundadora.
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