El multifacético y comprometido artista chino Ai Weiwei, disidente y exiliado desde hace cinco años en Europa, primero en Alemania y ahora en el Reino Unido, ha realizado « Coronation », una película que explica « con crudeza la eficacia de la maquinaria china de lucha contra el Covid-19, al precio de una gran deshumanización », de acuerdo con la información publicada en la página web del organismo público FranceTélevisions. Al mismo tiempo, acaba de publicar un libro, « En la piel de un extranjero » que es un alegato a favor de los refugiados.
Para hacerlo echó mano de su agenda de conocidos: “artistas, activistas y otros voluntarios” y una docena de ellos respondieron afirmativamente comprometiéndose a enviarle grabaciones. “Todas las noches –ha explicado- descargábamos lo que nos enviaban”. En las imágenes, un paciente que dice que está curados pero no le dejan salir del hospital, un obrero que vino a construir un hospital, no tiene dinero y no le dejan volver a su casa, familias que no pueden hacer los rituales para despedir a los difuntos…”Las autoridades chinas han utilizado medios inmensos y han impuesto reglas estrictas. El resultado: individuos aplastados, deshumanizados (…) No hay duda de que China ha dominado esta pandemia devastadora con una eficacia increíble en relación a otros países (…) pero también hay que preguntarse de qué sociedad se trata y que sacrificios han hecho para conseguirlo”
Ai Weiwei espera que su
película – que se va a presentar en festivales como Venecia, Toronto y Nueva
York, y después se difundirá en las
plataformas de vídeo- aclare “lo que es China”, que define como “una sociedad opaca,
autoritaria, de estilo militar”, de la que no sabemos el número real de víctimas
ni cuanta gente se encuentra detenida por haberlo denunciado. Lamenta que los
dirigentes occidentales estén “tragando” con los valores chinos a cambio de formar
parte de su inmenso mercado, que incluye también el terreno cultural (y recuerda
que la Disney ha rodado la controvertida película “Mulan” en Xinjiang, cerca de
los campos de reeducación donde están confinados entre varios cientos de miles
y un millón prisioneros uigures, minoría musulmana reprimida, vigilada y
perseguida por el gobierno de Pekín).
En cuanto al libro « En la piel del extranjero », según la información de la televisión francesa, « mezcla elementos autobiográficos y reflexiones sobre el arte, pero ante todo quiere ser un manifiesto a favor de los hombres, mujeres y niños que sufren » rechazando la distinción entre migrantes económicos y refugiados políticos.
En “Paisajes Provisionales”, serie de fotos realizadas entre 2002 y 2005, presenta la realidad social y urbana de China, denunciando el “capitalismo anárquico que se desarrolla y las contradicciones de la modernidad. Las callejas del viejo Pekín han desaparecido para dar paso a nuevo edificios, sin respeto de la historia ni de la cultura”.
En
2003 crea el estudio de arquitectura FAKE Design, en el que trabajan 19
personas y donde se desarrollan proyectos como el Yiwu South Riverbank (Xinhua),
las nueve Boxes-Taihe Complex (Pekín) o el Restaurante Gowhere, también en la
capital.
En 2008 creó un blog en el portal oficial Sina y, tras el terremoto de Sichuán
que mató a miles de personas, publicó en él los nombres de todos los niños
desaparecidos en el seísmo, denunciando la mala construcción de las escuelas en
el país. En 2009, cuando se conmemoraba (clandestinamente, claro) el veinte
aniversario de la masacre de Tianamen, publicó un poema titulado “Olvidemos”,
donde decía lo que pensaba de la censura, el Tíbet, la policía secreta, los sucesos
de Tiananmen…. Las autoridades le cerraron las cuentas online, unos
desconocidos le dieron una paliza y un grupo de sicarios destruyó el taller que
acababa de inaugurar en Shanghai.
En
2010-2011 presentó su más famosa instalación, “Sunflower Seeds” (Pipas de
girasol), en el museo Tate Modern de Londres. La escultura (denominación usada
por el comisario de la exposición) está formada por millones de pequeñas pipas
de girasol de porcelana -pintadas a mano una a una por 1600 artesanos y obreros
de la ciudad de Jingdezhen, e instaladas en los 1000 metros cuadrados del hall
del museo- alude a la célebre metáfora de Mao Zedong de que el pueblo chino
debía girarse hacia él lo mismo que los girasoles se vuelven hacia el sol. En
2013, se pudieron ver obras de Ai Weiwei en el Monasterio de la Cartuja de
Sevilla en la exposición “Resistencia y tradición”.
Ai
Weiwei fue detenido por la policía en el aeropuerto internacional de Pekín en
2011, cuando se disponía a volar a Taipei, oficialmente por evasión fiscal, y
puesto en libertad con fianza 81 días más tarde; durante ese tiempo permaneció
encerrado en un lugar desconocido “y en condiciones degradantes”. Después le
acusaron de pornografía, tras fotografiarse sentado en una silla tradicional
china rodeado de cuatro mujeres desnudas. No pudo salir del país hasta julio de
2015, cuando devolvieron el pasaporte.
Desde
que vive en Europa ha hecho exposiciones, algunas efímeras, entre otras para
denunciar la situación de los refugiados en Lesbos , de los que huyen de la
guerra en Siria, los estudiantes mexicanos desaparecidos en 2014 y un alegato a
favor de la libertad de expresión, “Trace”, realizado
en el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Washington con un millón
doscientas mil piezas de Lego, a base de 176 retratos, depositados en el
suelo, para denunciar la represión que padecen los disidentes políticos
en distintos lugares del mundo.
Ai
Weiwei es miembro de Academia de las Artes de Berlín y, junto con la cantante
estadounidense Joan Baez, recibió en 2015 el Premio Embajador de Conciencia que
Amnistía Internacional entrega a las personas que mejor han defendido los
derechos humanos a lo largo de su vida. Sus obras se han expuesto en Estados
Unidos, Bélgica, Italia, Alemania, Francia, España, Australia, China, Corea y
Japón. Sus trabajos han participado, entre otros, en la 48 Bienal de Venecia (1999), la First
Guangzhou Triennial (China), la Bienal de Sydney Zones of Contact (2006) y la
Documenta 12 de Kassel.
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