Ambientada en los disturbios de Londres de 2011, “Obediencia”
(Obey), primera película del británico
Jamie Jones (hasta ahora realizador de documentales), muestra la lucha desesperada de un joven negro
de los barrios pobres de Londres por mejorar su vida en un ambiente familiar y
social convulso. Un retrato agudo de la insondable crisis social que vive una
parte de la juventud que se siente sin futuro, y no solo en Inglaterra.
Los disturbios de Londres (que finalmente se extendieron a
otras ciudades de Inglaterra) fueron un grito surgido de la creciente
desigualdad social y la injusticia que supuso
la crisis financiera que asoló al mundo. "Obediencia"
no trata tanto de representar los disturbios en sí como de examinar de qué
forma los jóvenes privados de sus derechos pudieron verse obligados a
participar en ellos.
Tras una adolescencia
marcada por el paso por hogares de acogida, León (Marcus Rutherford), de
19 años, regresa a su casa para cuidar de Chelsea (T’nia Miller), una madre
alcohólica que además convive con un tipo agresivo. Frustrado por las continuas
decepciones se refugia en el boxeo y conoce a Twiggy (Sophie Kennedy Clark),
okupa en una casa abandonada y habitual inhaladora del gas de los globos.
Cuando las revueltas llegan a su barrio,
León tiene que escoger entre seguir a sus amigos o emprender una nueva vida con
Twiggy.
Con
imágenes de enfrentamientos entre los jóvenes y la policía, procedentes de los telediarios, acompañando de fondo las peripecias de León y
sus pares, y un final demasiado
previsible, “Obediencia” nos muestra una crisis social (producto de las
políticas de Thatcher y Blair) que amplió la fosa existente entre ricos y pobres
en el Reino Unido (lo mismo que, por otra parte, sucedió en el resto de Europa,
afectando de manera destacada a una juventud que desde entonces crece si
esperanza de futuro).
La
historia que ha ficcionado Jamie Jones transcurre en el barrio de Hackney, en
el East End londinense, uno de los centro neurálgicos de loa acontecimientos de
2011, las revueltas surgidas como reacción a la muerte de Mark Duggan, un joven
de 29 año abatido por la policía en Tottenham, en el norte de Inglaterra; unas
revueltas que degeneraron y fueron aprovechadas por hooligans y ladrones para
asaltar negocios y robar a la gente en plena calle. Al mismo tiempo, el
movimiento Okupa (Occupy) había crecido también como resultado de la rabia
acumulada ante la falta de oportunidades.
“Obediencia”
es un primer largometraje ambicioso, una mirada descarnada sobre una realidad
innegable, que no ha evitado algunos
tópicos y ha convertido en historia romántica una relación a todas luces
imposible. Dicho lo cual, hay que añadir que es una película que se ve con
interés y tiene la virtud de no intentar recetar soluciones moralizantes.
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