Una casi irreconocible Nicole Kidman (”Las horas”, “Moulin
Rouge”) protagoniza “Destroyer”, título
que lleva añadido el subtítulo de “Una mujer herida”, donde interpreta a una
dura policía californiana que arrastra un pasado con errores. Sebastian Stan
(Yo Tonya) y Toby Kebell (“El amanecer del Planeta de los Simios”) completan el
reparto de esta película dirigida por Karyn Kusama (“Girlfight”, “Jennifer’s
Body”).
En su juventud, Erin Bell, detective de la policía de Los
Angeles, se infiltró en una banda atracadores, pero sumisión terminó d forma
trágica. Diecisiete años después, Erin
es una mujer destruida y aislada. Intenta reanudar la relación con su hija, a
la que no ha visto en tiempo, pero la chica le rechaza. Cuando el jefe de la
antigua banda reaparece, Erin retoma la investigación para intentar entender
las circunstancias que llevaron al drama, para calmar a sus “demonios internos”
y para arreglar cuentas con ese pasado que carga como una losa.
Nicole Kidman interpreta a esa mujer
triste y sin arreglar que más que andar deambula con las piernas abiertas como
un cow-boy y la mirada perdida, y que no
busca la aprobación de nadie, ni de sus colegas de la policía ni del espectador
tampoco. Para interpretar esta historia, Kidman tuvo que aprender a disparar y
a llevar armas de fuego con la mayor naturalidad, y también a comportarse como
alguien qu es a la vez depredador y presa : « Mi personaje –ha dicho-
ve el mundo como un ser permanentemente amenazado que en todo momento debe
saber si tiene que atacar o protegerse”.
Al parecer, el hecho de una mujer hermosa como Kidman se
preste, a los 51 años (que el tiempo pasa para toos), a interpretar un papel en el que aparece fea
y desaliñada es ya algo que cuenta a la hora de juzgar su trabajo; al menos eso
es lo que creen muchos entendidos que han centrado sus críticas en la capacidad
de Nicole Kidman para cambiar su aspecto físico, “para afearse”, recordando el
personaje de “Las horas”.
En mi caso, esta mujer perdedora acosada por su pasado,
heroína de una trama de venganza y redención,
me resulta profundamente antipática. Hemos visto demasiadas historias de
policías con una mancha en su pasado como para que consiga engancharnos la
enésima historia del ratón y el gato por los barrios de Los Angeles.
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