La
historia querría que los vampiros vivan siempre en viejos castillos barrocos de
Transilvania. Pero los vampiros Viago (379 años), Deacon (183), Vladislav (862)
y Peter (8.000 años) comparten un apartamento en Wellington, Nueva Zelanda. A
causa de su continua necesidad de alimentarse de sangre, les resulta muy
difícil conservar amistades y llevar la vida social que les gustaría,
frecuentando los locales de moda por la noche (de día, hay que recordar que los
vampiros duermen; y estos vampiros duermen en ataúdes, armarios y rincones).
Lo que hacemos en las sombras, película de
culto entre aficionados al género “cine de horror” –y para The Guardian “la
mejor comedia del año”-, dirigida por el tándem Taika Waititi y Jemaine Clement
y Premio del Público en el último Festival de Sitges (antes había paseado los
festivales de Sundance, Sydney, Berlín y Neuchâtel), es un falso documental que sigue la vida
cotidiana de un grupo de vampiros neozelandeses que intentan disfrutar de la
vida moderna, para lo cual se esfuerzan por aprender nuevas tecnologías y
“estar a la moda”.
Película cien por cien de género, comedia de
horror un tanto gore, fantástica, absurda y cargada de humor, no en vano uno de
sus realizadores, Clement, es la mitad del dúo cómico neozelandeses Flight of
the Conchords, y el otro ha dirigido algunos episodios de la serie del mismo
nombre (estrenada en España como The Conchords).
El espectador disfrutará especialmente
algunas escenas, como cuando los vampiros se colocan servilletas en el cuello
para no mancharse al beber la sangre de sus invitados, o cuando se prueban ropa
y se miran en unos espejos donde no se ve más que el decorado (es sabido que
una de las características de las “criaturas de la noche” es que los espejos no
reflejan su imagen).
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