En la Rusia de 1953 un asesino en
serie de niños comete sus crímenes a lo largo del trayecto de una línea
ferroviaria. Un agente de la policía estatal (Tom Hardy, Locke, El caballero
oscuro: la leyenda renace), crecido en un orfanato ucraniano de donde escapó al
llegar a la adolescencia para acabar siendo recogido por unos soldados
soviéticos, y su mujer (Noomi Rapace, Prometheus, La venganza del hombre
muerto), de quienes los estalinistas sospechan que son espías a sueldo de
Occidente y amenazados con el exilio en Siberia, siguen las huellas del
asesino. El tercero de los protagonistas es Gary Oldman (El topo, Batman
Begongs), en el papel de un general algo más “humano” que la media, destacado
en un perdido lugar provinciano, en una historia está dirigida por el sueco
Daniel Espinosa (El invitado, Dinero fácil) y producida por Ridley Scott.
Inspirado en una novela del inglés
Tom Rob Smith, El niños 44 es un thriller eficaz, una decente película de serie
B, con dos intrigas paralelas, una política y otra criminal, que tiene como
telón de fondo el totalitarismo soviético y como escenario real la paranoia de
un régimen en el que una mayoría espiaba y denunciaba a vecinos y parientes, en
el vano intento de evitar ser a su vez denunciados; política y poder configuran
el decorado un universo de pesadilla, en el que rondan fantasmas a los que
conviene no poner nombre, so pena de alinearse con los traidores. La
interpretación de los principales actores compensa en parte la debilidad de la
narración de esta historia que pretendía ser una recreación histórica de los
estragos causados por el estalinismo, con ambiciones de best-seller, pero que
la crítica anglosajona ha rechazado de plano.
El asesino en serie de esta
historia, inspirado en Andrei Tchikatilo, conocido como “el carnicero de
Rostov” que actuó en la URSS entre 1978 et 1990 y fue condenado a muerte en
1992 por 52 asesinatos de mujeres, niños y adolescentes, se corresponde con “el
clásico” de un tipo banal, con una vida gris, que esconde instintos asesinos
que nadie sospecha. En cuanto al agente protagonista, es un personaje
misterioso, cuya historia no es más que una continua fuga hacia adelante en
busca de una infancia perdida, desde el orfelinato de su infancia hasta el
orfelinato de la escena final.
Todo parece indicar que aquellos
soviéticos de mitad del siglo XX todavía no han desaparecido porque las
autoridades rusas actuales ya han adelantado que El niño no se estrenará en el
país. Lo que, de alguna manera, avala la intención de los autores de denunciar
un sistema y un régimen de horror y aniquilación de cualquiera que intentara salirse
de unas líneas marcadas.
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