“El agua en Doñana es un agua reservada, es un agua que no se toca, es un agua sagrada y solo así Doñana pervivirá en el futuro”.
Cuarta entrega de una saga de largometrajes documentales de naturaleza (los anteriores fueron “Cantábrico. Los dominios del oso pardo”, “Guadalquivir” contado y cantado por Estrella Morente, y “Dehesa. El bosque del lince ibérico”), rodada en el humedal más grande y venerado de Europa, “Doñana, donde el agua es sagrada”, es una producción de José María Morales, dirigida por Carmen Rodríguez, filmada por Joaquín Gutiérrez Acha y narrada por Odile Rodríguez de la Fuente, un equipo altamente especializado de la productora Wanda Natura que ha dedicado casi tres años a realizar el trabajo más completo hasta la fecha -no solo sobre los impresionantes paisajes, las condiciones climáticas y la desconocida fauna, la mayor parte oculta, del “universo” de Doñana sino que abarca un espacio mucho más amplio que el parque popularmente conocido-, que sus autores explican como necesario y “diferente” de todo lo que hemos visto, un “gran desafío en los terrenos cinematográfico y logístico”.
“Hemos querido que la gente se enamore y pelee por el
parque (…) Nuestra pequeña aportación para ayudar a su conservación no es otra
que poder mostrarle al mundo que Doñana, aún mal herida, quiere seguir
viviendo, que sus diferentes ecosistemas y su tremenda biodiversidad siguen
allí, aunque sus poblaciones se hayan reducido considerablemente”, dice la
realizadora Carmen Rodríguez.
Recomiendo no perderse “Doñana,
donde el agua es sagrada’ (1), espléndido y didáctico documental que es la
historia de un bosque que crece alrededor de una marisma formada entre el mar
Atlántico y las orillas del río Guadalquivir, acerca a los espectadores, en
momentos únicos, las diferentes y muchas veces desconocidas criaturas que
habitan el lugar, en espectaculares secuencias de enorme interés biológico: Las
cámaras de alta velocidad recogen las violentas capturas de la synclisis (una especie de insectos
nevrópteros) cazando bajo la arena, los latigazos de la lengua del camaleón,
las zambullidas de las águilas pescadoras o los ataques de los milanos negros
sobre las orugas endémicas de la mariposa Saturnia Josephinae. La técnica del time lapse
permite asistir al florecimiento de los
jaguarzos blancos, o los lirios peregrinos, que nos anuncian la inminente llegada de los peregrinos del Rocío: ““Durante
todo el año Doñana es un cruce de caminos, pero durante unos días de la
primavera todos los caminos de Doñana conducen al Rocío”.
Que el
documental sea un trabajo redondo, una exposición continuada de las muchas
formas de vida que han elegido Doñana para vivir, para pasar una temporada o
para hacer un alto en el camino hacia otras tierras, en una emigración de ida y
vuelta que se repite continuamente, no puede evitar el Parque tenga también una
cara B, un problema de supervivencia amenazada por catástrofes naturales, como el
cambio climático o la redundante sequía, o provocadas por la mano del hombre
como el robo descarado de agua por parte de los terratenientes y algunas industrias
locales, amenazas todas que ponen en peligro la integridad de Doñana como
Reserva de la Biosfera y Patrimonio Mundial de la UNESCO. Por eso, los autores
quieren que su película remueva conciencias, que “sea una llamada a la reflexión para que todas
las personas, instituciones, formaciones políticas y gobiernos, dejando sus
diferencias se unan para salvar probablemente el paraíso y reservorio de vida
más importante de Europa”.
(1) “Doñana, donde el agua es
sagrada” estará en los cines de Madrid a partir del próximo viernes 30 de mayo
de 2025.
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