sábado, 11 de noviembre de 2017

Cientos de refugiados presos por Australia en una isla de Oceanía

Refugiados prisioneros en la isla de Manus
“Australia trasladó por la fuerza a cientos de refugiados a la isla de Manus, en Papuasia-Nueva Guinea, Oceanía; llevan 4 años viviendo en condiciones terribles”. Con esta frase comienza el informe que Amnistía Internacional (AI) ha hecho público el 8 de noviembre de 2017 denunciando que, pese a haberse retirado el 31 de octubre todos los servicios del centro de detención para refugiados de la base naval de Lombrum, alrededor de 600 refugiados, todos hombres,  permanecen en él sin servicios de agua, alimentos ni asistencia médica.
El tribunal supremo de Papuasia-Nueva Guinea ha rechazado el último intento de los refugiados para recuperar esos servicios esenciales, y que se protejan sus derechos. “La sentencia –dice AI- es un abyecto ataque contra el derecho a la vida
En cuanto a Australia, se dedica además a obstaculizar la reinstalación de esos refugiados en otros países. Nueva Zelanda, por ejemplo, se ha ofrecido en varias ocasiones para acoger a los refugiados de la isla de Manus, sin que se lo hayan permitido.
« Si las autoridades no adoptan medidas inmediatamente, la situación puede<deteriorarse de manera catastrófica. Está gravemente amenazada la vida de ess persoas que solo piden respeto a su dignidad y seguridad ».
Una situación que dura cuatro años
En 2013, cuando un investigador de AI acudió por primera vez a centro de detención de la isl de Manus, varios refugidos le habaron de « guerra psicológica » destinada a destrozarles mentalmente. Catro años después, esas mismas prácticas crueles se siguen utlizand para empujar a los refgiados a marcharse.  
Cuando ahora, los investigadores de AI acudieron al país entre el 27 de octubre y el 7 de noviembre de 2017, han constatado que la situación en que se encuentran los refugiados en la isla de Manus es lo más parecido a un trato inhumano, cruel y que pisotea la Convención de Naciones Unidas contra la tortura.
“Lo que hemos visto en esa semana es una situación desesperada, algo cercano a un catástrofe. Es abominable, cruel y vergonzoso que las autoridades de Australia y Papuasia-Nueva Guinea hayan creado esta crisis y colocado a los refugiados en situación desesperada. Mientras estábamos allí hubo tres urgencias médicas; en uno de los casos un refugiado sufrió un ataque de epilepsia, sus compañeros pidiendo yuda a os agentes de seguridad pero no recibieron ninguna respuesta. Otro hombre se automutiló y tan solo le ayudaron sus amigos. En la noche del 4 de noviembre, un refugiado que tiene una patología cardiaca perdió el conocimiento. Otros refugiados llamaron a un número de urgencias, pero no obtuvieron respuesta. La policía local se negó a prestar ayuda. Pasadas cuatro horas, el enfermo fue trasladado al hospital de Lorengau, donde no había ningún cardiólogo disponible”.
AI teme que la situación pueda degradarse aun más porque son muvchos los refugiados con problemas crónicos de salud mental, motivados por loprlongado de la detención y la incertidumbre acerca de su futuro.
El pasado 2 de octubre murió trágicamente uno de los detenidos en el centro de la isla de Manus; era el sexto fallecimiento en cuatro años. Para Kate Schuetze, investigadora sobre Oceanía en AI, “las manos del ministro de Inmigración australiano, Peter Dutton, están manchadas de sangre”.
El viernes, 10 de noviembre, la ONU calificó de excesivo el sufrtimiento de los solicitntes de asilo que permanecen en el centro de detención de Manus, en Papúa-Nueva Guinea, gestionado por Australia, y ha pedido a ambos países que gestionen de forma pacífica la crisis humanitaria que se ha creado.
Pese a la inhumana situación en que viven, sin comida, agua potable ni luz, los cientos de solicitantes de asilo, a los que el gobierno local dio el día 9 cuarenta y ocho horas para abandonar el centro,  optaron por quedarse allí por temor a represalias por parte de los isleños, o a ser deportados.
El centro de refugiados de Manus, y otro similar en Nauru, una república  insular en el Pacífico, se abrieron después de que Australia reactivara en 2012 su controvertido mecanismo de trámite de solicitudes de asilo en terceros países. La mayoría de los refugiados en ellos han huido de la miseria y la guerra de países como Siria, Afganistán, Paquistán y Somalia, entre otros.



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