El
19 de abril de 2016 tuvo lugar, en el Théâtre Graslin de Nantes, el estreno
mundial de la ópera “María República”, o el trágico destino de una “puta roja”,
compuesta por François Paris, uno de los autores líricos franceses más
reputados que ha trabajado 25 años en la obra, y libreto “tan dramático como
poético” de Claude Fall, basada en la novela del mismo nombre del escritor libertario
andaluz Agustín Gómez-Arcos (15 enero 1933, Enix, Almería; 20 marzo 1998,
París).
Publicada
en Francia, y en francés, en 1976, cuenta la historia de una venganza a la
española: “un plato que se sirve ardiendo en las llamas del infierno” (Le Monde).
“Con la ópera María República”, François Paris entra directamente en la corte
de los grandes compositores líricos” (La Croix). “María República” es una oda a
la libertad universal, y una crítica del oscurantismo, moral y religioso” (Le
Point).
En
la España del final del franquismo se cierran los burdeles. María, la “puta
roja”, es hija de comunistas ejecutados en 1939 por incendiar iglesias en una
dictadura, de la que no se dice el nombre. Afectada por una enfermedad de
transmisión sexual -que ha utilizado como arma, en el burdel, contra quienes
querían “joder a la República- y rica heredera de una tía burguesa, la
“pasionaria de la República” paga la dote para entrar en el convento de las
Regeneradas del Santo Derecho -microcosmos del estado opresor y necrófilo-
oficialmente para ser regenerada, aunque sigue encarnando la llama de la
libertad, pero en realidad para minar los fundamentos de “la Orden”, dirigida
por una Reverenda Madre que sabe que “Dios no existe” y compuesta por unas
hermanas “cada una más pirada que la anterior”, sometidas a ritos muy poco
católicos, como las sesiones de nigromancia que dirige sor Psicóloga después de
consumir opiáceos. Un claustro que acaba siendo dirigido por “la puta roja”,
quien reduciendo al silencio y a cenizas a sus opresores, al fin libre, puede
gritar su nombre -“Yo soy María República”- antes de desaparecer entre las
llamas. "No podéis abolir mi memoria. Me serviré de mis recuerdos como si
fueran bombas” había gritado, profética, la joven antes de traspasar la puerta
del convento y cambiar su vestido y sus altos tacones rojos por el hábito
monacal.
“Experto
en electrónica, el compositor Paris -quien ha dedicado la ópera “A los que
luchan contra los fascismos”- la utiliza como un instrumento más, que se suma a
los quince que componen la orquesta. La parte vocal está compuesta por dúos,
tríos y coros (...) La producción es notable. La dirección de Gilles Rico
respira en la bella escenografía móvil de Bruno de Lavnére. La soprano estadounidense
Sophia Burgos, que ha aprendido el texto fonéticamente, es una María República
impresionante, de voz flexible y rutilante y articulación perfecta. La
contralto Noa Frekel es una Reverenda Madre alucinante…” (Bruno Serrou). “Las
voces de Solistes XXI y el Ensemble Orchestral Contemporain se alían en la
construcción de una obra maestra de nuestro tiempo” (Daniel Morvan,
Ouest-France). En decorados que evocan las pinturas de Goya, María República
lleva el estandarte de los republicanos españoles de 1936.
“Subversiva
y violenta, la ópera resulta totalmente universal, de hoy” -ha explicado el
director de Angers Nantes Opéra, Jean-Paul Davois- Maria Republica es una carga
contra la religión, e incluso más que contra la religión, contra la moral, que
desgraciadamente no es específica del franquismo (…) es algo que podría pasar
en otros países hoy, e incluso con otras religiones distintas de la descrita.
En los tiempos que corren, está muy bien que alguien tome la palabra para
decir: ‘no os dejaremos volver a una época de oscurantismo en la que las
religiones hundieron el mundo durante miles de años. A finales del siglo XX
hemos conseguido salir de aquello, no ha pasado tanto tiempo como para que nos
sintamos satisfechos”.
Agustín
Gómez-Arcos nació en 1933 en Enix (Almería) en una familia republicana.
Finalizado el bachillerato se trasladó a Barcelona para estudiar derecho,
aunque enseguida descubrió que su vocación era la literatura y su pasión el
teatro. A mediados de los años 1950 se trasladó a Madrid, donde trabajó como
actor, director de teatro y traductor. Recibió el Premio Nacional de Narración
Corta por el cuento “El último Cristo”. Como dramaturgo fue dos veces
galardonado con el Premio Lope de Vega -“Diálogos de la herejía” (1962) y
“Queridos míos” (1966) -, pero la censura prohibió que se representaran.
Acosado por la dictadura franquista, decidió iniciar un exilio que comenzó en
Londres y continuó en Paris en 1968, y que se prolongó hasta su muerte en 1998.
Allí, después de pasar por los cafés-teatro del barrio latino donde fue incluso
camarero antes que dramaturgo, actor y director, publicó catorce novelas en
francés, ganó los premios Hermès, Thyde Monnier y Roland Dorgelès, fue
finalista del Premio Goncourt en dos ocasiones -“Escena de caza (furtiva)” y
“Un pájaro quemado vivo”- y condecorado con la Orden de las Artes y las Letras
(grado de caballero en 1985 y de oficial en 1995). “María República” forma
parte, con “El cordero carnívoro” y “Ana no”, de lo que se conoce como
“trilogía de la posguerra”. Su obra forma parte del programa educativo de los
liceos franceses. Está enterrado en el cementerio de Montmartre.
Toda
la obra de Agustín Gómez-Arcos está editada en España por Cabaret Voltaire.
María
República
Cabaret
Voltaire Ed.
ISBN
978-84-942185-1-4
352
páginas, 21,95€
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