Con Irrational Man ha vuelto el Woody Allen de los
buenos thrillers . Protagonizada por Joaquin Phoenix y Emma Stone, acompañados
por Jamie Blackley y Parker Posey, la película se presentó fuera de concurso en
el último Festival de Cannes y acaba de pasar por la Seccion Perlas del
Festival de San Sebastián.
El hombre irracional es la historia de cómo un
personaje absolutamente racional –el profesor de filosofía Abe Lucas (Joaquin
Phoenix, Her, The Master), devoto de Kant,
Kierkegaard, Husserl y Sartre, - toca fondo emocionalmente, deja de interesarle
todo lo que hasta entonces guiaba su vida, personal y profesionalmente, y acaba
teniendo una serie de conductas “irracionales” que, según el crítico francés
Louis Guichard, muestran más “la humanidad irracional de Woody Allen que la del
protagonista: en torno a él, todo el mundo parece dispuesto, en mayor o menor
grado y con tal de encontrarse borracho, a la transgresión, el ataque de locura
y el olvido de los principios”.
Poco después de su llegada a la universidad de una pequeña ciudad
provinciana, el profesor Abe Lucas inicia dos relaciones sentimentales: la
primera con Rita Richards (Parker Posey, Inside Out), una colega que le utiliza
para olvidar un matrimonio desastroso, y después con Jill (Emma Stone, Magic in
the Moonlight, Birdman), su mejo alumna quien, a pesar de tener un novio de su
edad, encuentra irresistible el temperamento torturado del profesor. A medida
que éste tiene más alteraciones psicológicas, mayor es la fascinación de la
chica. Hasta que el azar les lleva a escuchar una conversación en una cafetería
y empiezan a interesarse por la historia de injusticias que cuenta una mujer. Esa
indiscreción desencadenará una serie de acontecimientos que cambiarán
totalmente la vida de todos los personajes.
El meollo de la película se encuentra en la compleja
y ambigua relación que el profesor mantiene con una de sus estudiantes, Jill
quien, empapada de un romanticismo que el profesor no comparte en absoluto, va
a intentar “salvarle” del pesimismo que arrastra. Como tantas veces ocurre a
las mujeres, en especial a las muy jóvenes, “la sola idea de poder salvar a un
tipo depresivo, alcohólico y con tendencias suicidas, le parece importante y alimenta
su ego, sin darse cuenta de que eso puede precipitarle, también a ella, en el
abismo”, ha explicado acerca de su papel la joven actriz (26 años), convertida en
una de las actrices fetiche del último cine estadounidense.
La filosofía es una de las preocupaciones vitales de Woody Allen casi desde
siempre, y en especial desde que conoció la obra del realizador sueco Ingmar
Bergman. La filosofía es una de las pasiones del realizador de Manhattan, como
ha quedado ampliamente demostrado en algunas de las obras teatrales que ha
escrito y en películas como Delitos y faltas o Match Point: “Desde que era
pequeño me he sentido atraído por lo que generalmente se conoce como las
grandes cuestiones existenciales”. Los seres humanos estamos condenados a
seguir haciéndonos preguntas que carecen de respuesta. El personaje principal
de El hombre irracional no ha entendido que esa falta de respuesta es
precisamente lo que sigue dando sentido a la vida. “Si en la primera parte de
la película vive como si ya estuviera muerto, sembrando la desesperación en su
entorno, en la segunda parte, sembrando realmente la muerte, es cuando
finalmente se siente vivo”
Con El hombre irracional, Woody Allen
vuelve a la mezcla de géneros, a la comedia romántica y al cine más negro (el del
crimen perfecto de quienes se toman la justicia por su mano, modelo altruista
en este caso), al thriller amoroso y filosófico planteando de paso uno de sus
temas recurrentes: el papel que el azar y el destino juegan en la vida de todos
nosotros: “Creo firmemente en el carácter totalmente aleatorio y fútil de la
existencia… Es lo que Abe intenta demostrar a sus alumnos. Toda la vida
transcurre sin ritmo, ni racionalidad. Estamos sometidos a las frágiles contingencias
de la existencia. Como todo el mundo sabe, basta encontrarse en el mal lugar en
el momento inadecuado …”. Mezclando
drama e ironía, subrayando con espléndidas piezas de swing y jazz los momentos
culminantes, Woody Allen vuelve a ser el de siempre, al que los incondicionales
le perdonaremos cualquier fallo y agradeceremos que haga lo que mejor sabe
hace, películas aparentemente sin pretensiones con un sello muy personal.
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