Ghulam
Ahmad Bilour, exministro paquistaní de ferrocarriles anunció el 2 de febrero de
2015 que ofrece 200.000 dólares a quien mate al actual propietario del
semanario Charlie Hebdo, según la información publicada por varios diarios
franceses. Para el político paquistaní, la publicación es culpable de publicar
caricaturas blasfematorias. “Ya lo había advertido: no voy a tolerar ningún ataque
a la santidad del Profeta», manifestó el día antes en unas declaraciones
recogidas, entre otros, por The Express Tribune, diario paquistaní publicado en
inglés perteneciente a la editorial del International Herald Tribune.
Al
mismo tiempo, el político paquistaní ofreció 100.000 dólares a“los herederos de
los hermanos Kouachi”, autores de la masacre en el periódico, y de Amédy
Coulibaly, quien ese mismo día mató a una policía en la localidad de Montrouge,
y al día siguiente a cuatro rehenes en un supermercado judío parisino.
Como
es sabido, el semanario satírico Charlie Hebdo sufrió un brutal atentado el 9
de enero pasado en el que perdieron la vida doce trabajadores, entre ellos una
buena parte de la redacción de periodistas y caricaturistas, así como del
personal de seguridad. En el momento de producirse la masacre, el semanario era
propiedad de cinco de sus redactores, la mayoría de los cuales murieron ese
día. Los supervivientes del periódico han publicado una edición extraordinaria,
con una tirada de 7 millones de ejemplares en varias lenguas, y tienen previsto
sacar su siguiente número el próximo 25 de febrero de 2015.
Ghulam
Ahmad Bilour, miembro del Partido nacional Awami (ANP), ya era conocido fuera
de su país porque en septiembre de 2012 ofreció 100.000 dólares de recompensa
por la muerte del realizador de la película La inocencia de los musulmanes,
controvertida producción que se adjudicó el promotor inmobiliario
israelí-estadounidense Sam Bacile, quien en el Wall Street Journal presumió de
haber hecho una superproducción de cinco millones de dólares y dos horas de
duración, y que posteriormente se demostró que no existían más allá de diez
minutos de grabación, en formato de tráiler, burdamente rodados con unos
actores que parecían disfrazados para asistir a un carnaval; incluso se
demostró que ni siquiera se llamaba Sam Bacile, sino Nakoula Basseley Nakoula,
que no era judío sino cristiano copto de origen egipcio y autor de diversas estafas
a lo largo de su vida. A los actores que iban a intervenir en la película les
engañaron diciendo que se trataba de una película de época, sobre hechos
ocurridos hace dos mil años, y titulada El guerrero del desierto. Posteriormente,
Nakoula y otras personas que participaron en el montaje de la supuesta película
fueron juzgadas, en ausencia, en El Cairo y condenadas a muerte.
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