Kevin Macdonald ganó un
Oscar en 2000 por la dirección de su primera película, el documental Un día en
septiembre, sobre al asesinato de los deportistas israelíes en los Jugeos
Olímpicos de Munich de 1972. Con la segunda, Touching the Void, gano un BAFTA a
la mejor película británica y el premio anual del diario Evening Standard, y es
el documental más taquillero en la historia del cine en el Reino Unido. Su
primer largometraje de ficción, El último rey de Escocia de 2006, consiguió un BAFTA al Mejor
Filme Británico y otro al Mejor Guión Adaptado. El protagonista, Forest
Whitaker se llevó el Oscar y también el BAFTA por su personaje del dictador
ugandés Idi Amin Dada. A lo largo de su carrera, Kevin Macdonald ha recibido
nominaciones y ha recogido más premios por obras tanto de ficción como
documentales.
Lamentablemente no creo que
le ocurra lo mismo con su película de 2013, Mi vida ahora, a pesar de que
cuenta en el reparto con la joven actriz irlandesa Saoirse Ronan (Expiación,
The Lovely Bones, nominada al oscar en 2007 por Atonement), secundada por
George Mckay (Amanece en Edimburgo) y Tom Holland (Lo impoisble) y de que la
película sea una adaptación del best seller literario para “jóvenes adultos”
How I Live Now, de Mag Rosoff (editado en España por Gran Angular), ganadora de
los premios The Guardian’s Children, Brandford Boase y Michael L. Printz, que
concede la Asociación Americana de Librerias. Porque la película es solamente
una historia de adolescentes que imita las historias de Hunger Games (Los
juegos del hambre), aunque con un toque grunge en lugar de gótico o medieval. Y
el resultado es un impersonal guión que mezcla con enorme torpeza romance
adolescente y apocalipsis.
Ambientada en algún bosque perdido del Reino
Unido, y en futuro cercano, Daisy, una adolescente estadounidense, es enviada a
pasar las vacaciones de verano con sus primos, al otro lado del Atlántico. Allí
empieza una relación con el mayor, Edmund, cuando empieza una escalada
terrorista en el país, que cae en un estado militar violento y caótico: ha
explotado un ingenio nuclear y hay que evacuar a la población. Los primos son
separados y Daisy luchará para sobrevivir a una guerra sinsentido y reunirse de
nuevo en Edmund. Como dice el crítico de Télérama “amor púber y realismo
post-11 de septiembre hacen muy malas migas en esta película”. O, como ha
escrito el crítico de Les Inroocks, Mi vida ahora “basada en una contradicción
enorme, tropieza con un problema de escala al pensar que puede ser normal
hundir al mundo entero en un desastre nuclear para conseguir la redención de
una única adolescente (…) Una multitud de vidas sacrificadas por una vida
salvada: la ecuación parece excesivamente desequilibrada”.
En resumen: una película
mala, tremendista, bobalicona e insulsa-
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