Amarás al prójimo, que
en otras latitudes se ha estrenado llevando en el título la histórica cita -Ama
y haz lo que quieras- atribuida a las Confesiones de San Agustín, es una
película que gira en torno a las tribulaciones de un carismático sacerdote
católico, el padre Adam, que ejerce su ministerio en la Polonia rural actual,
trabajando con jóvenes problemáticos. La otra verdad es que el padre Adam es
homosexual, le gustan algunos de los muchachos a su cargo y va por la vida
arrastrando un importante complejo de culpa.
Amarás al prójimo
está dirigida por Małgośka Szumowska, realizadora de 33 Scenes from
life, ganadora del Leopardo de
Plata en el Festival de Locarno y Elles, e interpretada por Andrezej Chyra, conocido y premiado actor
polaco (Elles, Katin) y Mateusz Koaciukiewicz, actor de la última generación al
que hemos visto en Walesa, de
Andrzej Wajda, o Nightwatching,
de Peter Greenaway.
Aplaudida como una
película valiente y audaz en el país más católico de Europa, donde oficiosamente
se sigue considerando la homosexualidad como un delito o una enfermedad, Amarás
al prójimo pretende hablar de la tentación de la carne, la resistencia al
“pecado” y la caída, por un lado, y por otro la intolerancia de una sociedad
moralmente rígida y la hipócrita omertá de los obispos de la secta que optan
por trasladar al cura con excusas increíbles.
La realizadora ha
explicado que su intención era hacer una película sobre la lucha interior del
sacerdote contra las pulsiones sexuales de su cuerpo, sobre su terrible soledad
y su necesidad de amor, pero mi impresión es que no ha sido capaz de ir más
allá de un melodrama, que es un alegato sobre la imposibilidad de la castidad
impuesta por la religión católica a sus sacerdotes. Sinceramente resulta
bastante difícil creer lo que se nos cuenta y, como he leído que alguien ha
escrito en un blog, aún resulta más “difícil creer en ese epicentro gay en
plena campaña polaca”.
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