Excalibur,
el perro que adoptó en un refugio Teresa, la auxiliar de enfermería que nunca
debió contagiarse del virus del ébola porque nunca debió entrar con una ropa no
homologada y sin más preparación que una charla de veinte minutos en la
habitación de un hospital que no estaba preparado para recibir casos
infecciosos como el de los dos religiosos fallecidos (que tampoco debieron
nunca ser repatriados con el dinero de los españoles; fueron voluntariamente a
“convertir negritos”, debió encargarse de sus casos la comunidad a la que
pertenecían), ha muerto sacrificado por orden de la autoridad incompetente que
decide sobre la salud y la vida de los madrileños, hombres y perros.
De
nada han servido la recogida de firmas, los posts Facebook redirigidos una y
mil veces, los tweets que han inundado las redes, las asociaciones que se han
manifestado delante del domicilio donde Excalibur esperaba el regreso de sus
amos, internados en ese mismo hospital que no reúne condiciones…En lugar de
aislarle, ponerle en cuarentena e investigar si por un milagro tenía también el
maldito virus (porque dicen expertos más fiables que los nuestros que los
animales no lo cogen, ni transmiten la enfermedad), los peperos y genoveses de
la cosa de la salud a todos los niveles administrativos (y de la corrupción),
empezando por esa ministra ignorante y cegata que no ve el jaguar en su garaje,
han cortado por lo sano llevándose por delante la vida de un animal que era feliz.
Han matado a Excalibur mientras niegan la eutanasia a las personas condenadas a
vivir como vegetales.
Propongo
entonces - ¿por qué no?- que se eutanasie también preventivamente a los
violadores que van a repetir sus hazañas, los pederastas que acosan a los niños
en los parques, los asesinos psicópatas reincidentes …y a todos los políticos
que engañan a los pueblos y les meten el miedo en el cuerpo, con un tratamiento
especial para quienes ponen el ventilador que esparce la mierda y se quitan
responsabilidades acusando a Teresa, la adoptante de Excalibur, de “mentir
acerca de la fiebre que tenía”.
Excalibur,
como el resto de los perros, era sin duda el mejor amigo de quienes tenían la
suerte de convivir con él además de, como el resto de los perros, ser el animal
que más se nos parece, porque es continuamente como un eco de nuestra
humanidad.
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