“Faruk”, de la realizadora turco-alemana Aslı Özge (“Men on the bridge”, “Black Box”), estrenada en la edición 2024 del Festival Internacional de Cine de Berlín (Berlinale) y ganadora del International Critics Award de la FIPRESCI (Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica) es una inteligente mezcla de documental y ficción que aborda la gentrificación en esa metrópolis siempre en movimiento que es Estambul -y por extensión en muchos otros lugares del planeta-, así como las relaciones familiares, a través del retrato de un anciano enfrentado a la demolición del inmueble donde vive.
“Faruk” (1) es
una película híbrida que utiliza las posibilidades que ofrece el cine para
tratar los problemas sociales. La realizadora Asli Özge ha convertido a su
padre en el protagonista de este relato que gira en torno a la demolición del
edificio en que ha vivido durante décadas, una situación que se repite en todos
los países del mundo que llamamos “occidente”. La historia describe la comunidad que habita un inmueble
en vías de demolición, un mundo basado en la solidaridad que ya no está de moda.
Poco a poco la
realidad y la ficción se entrelazan y empieza a difuminarse la línea que las
separa en la película más importante de la directora Asli Özge, rodada durante
siete años y teniendo como telón de fondo el contexto urbano y económico de
Estambul; una realidad que ya retrató en “Men on the Bridge”, el primero de sus
largometrajes.
Se trata de una
visión personal y política y una reflexión sobre la soledad y la dignidad de
Faruk –un hombre que tiene más de noventa ós- ante los cambios. Destacamos lo de « personal » porque el
protagonista es el padre de la autora y lo que analiza en segundo plano es la
relación que existe entre una hija y su padre. .
El programa de transformación
urbana emprendido por el gobierno de la presidencialista República de Turquía,
presidido por el ultraconservador Recep Tayyip Ersogan- , que en 2017 abandonó
el sistema parlamentario mediante una reforma constitucional y un referendum-
tiene como objetivo reemplazar los viejos inmuebles, que con frecuencia sacan a la luz no solo cantidad
de problemas que aparecen como souvenirs
dejados por las diferentes personas que los han habitado; también la codicia de
los constructores que consiguen réditos millonarios en sus inversiones.
El edificio donde vive Faruk está
incluido en el plan, a pesar de que no
representa peligro alguno para sus habitantes, por lo que el anciano señor está
en contra de la remodelación que le proponen, al contrario que la mayor parte
de sus vecinos encantados de aprovechar la ocasión para hacerse con los pisos
de lujo prometidos.
La intriga supone que los
residentes tienen que elegir entre las ofertas de empresas más o menos
corruptas, y pasar por complicadas y eternas formalidades administrativas. Como
ejemplo, debido a lo avanzado de su
edad, Faruk tiene que someterse a frecuentes test que ponen a prueba su
capacidad cognitiva, y a escuchar las propuestas de que haga un poder, para algún
otro vecino o para su hija, a lo que se niega orgulloso de la forma física y
mental que conserva todavía, aunque el incidente del fallecimiento en el metro
de uno de los habitantes del edificio le lleva a preguntarse si podría
ocurrirle a él lo mismo. .
La distancia que
la realizadora Asli Özge mantiene durante la primera parte con el problema que
preocupa a su padre nos recuerda precisamente eso, que lo que vemos es una
película, el retrato de una situación en un lugar y un momento precisos, y no
una realidad objetiva
.
(1) « Faruk » llega a las pantallas madrileñas mañana,
viernes 29 de agosto de 2025.
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