Christian Bale (Globo de
Oro al mejor actor 2018, “La promesa”,
“La gran apuesta”, “El caballero oscuro: La leyenda renace”),
Amy Adams (“La Liga de la Justicia”, “Big Eyes”), Steve Carell (“The Office”, “Beautiful Boy”, “Foxcatcher”)
y Sam Rockwell (“Tres anuncios en las afueras”, “Iron Man 2”) protagonizan “El vicio
del poder” (Vice), la historia supuestamente real jamás contada de Dick Cheney
el hombre que, manejando los hilos entre bambalinas en la Casa Blanca, de
simple y aburrido funcionario acabó convirtiéndose en el hombre más poderosos
del mundo como Vicepresidente de Estados Unidos durante el mandato de George W.
Bush (2001-2009), con consecuencias en su país y en el resto del mundo (la
guerra de Irak), que todavía sentimos hoy.
El
protagonista de esta historia, Christian Bale,
el último Batman, de 44 años, habituado a transformarse físicamente para
sus papeles, de nuevo ha dado en el clavo: privado de su barba habitual, con
las cejas teñidas de rubio y 18 kilos de más (según la revista Variety comió muchos dulces hasta
conseguir la envergadura de Cheney), ya había trabajado con el director en “The
Big Short”, una película compleja sobre el escándalo financiero de las subprimes.
El tándem
director-actor nos sirve en “El vicio del poder” una ficción sobre el cambio
operado en la geopolítica mundial durante los dos mandatos de Cheney,
aparentemente una sombra anodina tras la figura presidencial, en un
largometraje que guarda apariencia de documental (incluso de documental
comprometido, a la manera de Michael Moore) –aunque ni los acontecimientos ni
las conversaciones son estrictamente fieles a la realidad-, con fuertes
connotaciones satíricas y caricaturescas.
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