martes, 8 de enero de 2019

«El Gran baño» de Gilles Lellouche, cine popular ni tonto ni hortera


Comedia francesa que supone la incursión en la dirección del actor Gilles Lellouche (“Pequeñas mentiras sin importancia”), interpretada por Guillaume Canet (Rock & Roll”)Matthieu Amalric (“El gran hotel Budapest”)Virginie Efira (“Elle”)y Benoît Poelvoorde (“Coco”).

 En los pasillos de la piscina municipal, Bertrand, Marcus, Laurent, Thierry y los otros se entrenan bajo la relativa dirección de Delphine, una antigua estrella de la natación que ahora frecuenta las sesiones de alcohólicos anónimos. En plena crisis de los cuarenta/cincuenta, este grupo de hombres depresivos se siente útil cuando emprenden juntos la aparentemente absurda aventura de la natación sincronizada, una especialidad  hasta ahora reservada a las mujeres, que dará un sentido nuevo a sus vidas.

La conseguida mezcla de comedia y drama hace de “El gran baño” (La grande bagnade) una película popular y coral bien pensada, divertida, tierna, sensible, melancólica y un tanto irregular, en la que tiene un papel decisivo la elección de los cinco principales protagonistas. Si bien la primera parte acaba aburriendo un poco, la llegada de una nueva entrenadora ((Leïla Bekhti, “Un profeta”), una belleza  en silla de ruedas con un carácter extremadamente autoritario, consigue remontar la historia.

Ya definida por algún crítico como “un Full Monty a la francesa”, “El gran baño” es una película sobre algunos aspectos del malestar social más actual. No es difícil imaginar a estos cuarentones deprimidos formando parte de las manifestaciones de “chalecos amarillos”; como ellos, los protagonistas de esta película agridulce tienen dificultades económicas, padecen de soledad, desórdenes familiares, un trabajo que les genera fastidio y hasta sufrimiento. Quizá resulten hasta ridículos en su empeño por emular aquella “Escuela de sirenas”, hoy vieja y kistch,  que protagonizara Esther Williams en 1944; pero no es menos cierto que esa terapia coreográfica a la que se entregan resulta de lo más convincente.






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