"Hay secretos que no pueden enterrarse"
jueves, 15 de marzo de 2018
“1945” de Ferenc Török: Érase una vez en el Este…
En “1945”, el
director húngaro Ferenc Török (“Moswcú Square”, “Istambul”) saca a la luz un
retazo sombrío de la historia de Hungría sobre la participación más o menos
directa de muchos ciudadanos en el expolio y la deportación de judíos húngaros
durante la Segunda Guerra mundial. Los hechos narrados se sitúan en la
inmediata posguerra y están contados desde el punto de vista de los deportados
supervivientes que regresan, y sus consecuencias.
Agosto de 1945. Cuando
los aparatos de radio están emitiendo la noticia del bombardeo nuclear de la
isla japonesa de Nagasaki, en un pueblo
de la Hungría profunda, y en medio de un calor sofocante y un ambiente festivo,
sus habitantes se disponen a celebrar la boda del hijo del secretario municipal
al mismo tiempo que dos judíos ortodoxos llegan en tren a la localidad,
cargados con dos cajas enormes cuyo contenido es un misterio. Inmediatamente
empieza a circular el rumor de que son herederos de deportados y de que podrían
llegar mucho más reclamando sus bienes, que fueron expoliados y que ahora
disfrutan algunos de sus vecinos; todos los habitantes que se preguntan acerca
de sus responsabilidades. Esta visita inesperada cambia también el destino de
los contrayentes.
Magnífico drama
histórico rodado en un blanco y negro muy apropiado para el momento y las
circunstancias del relato, basado en la novela “Homecoming”, de Gabor Szanto
-un escritor que se define como “el último de los autores judíos húngaros”, que ha participado en el guión-, plantea el
tema de la culpa y el remordimiento, personal y colectivo, en una historia que
mantiene el suspense prácticamente hasta el final y encarna al destino en las
figuras silenciosas y casi fantasmales de las figuras de dos judíos, eternos
errantes que, vestidos del negro riguroso propio de la ortodoxia, suben y bajan
las calles en cuesta del pueblo, contribuyendo con su actitud y su hermetismo a
crear un terrorífico clima paranoico de contrición y denuncia de las
delaciones y la avaricia engendradas en medio de la locura que
fue la Segunda Guerra mundial.
(Un asunto tan
traumático como es la destrucción masiva de judíos en el país, más de medio
millón es un corto espacio de tiempo hacia el final de la guerra, de los que
450.000 fueron deportados a Auschwitz; en la operación nazi estuvieron más o
menos implicados los poderes públicos y muchos simples ciudadanos. Tampoco es
ningún secreto decir que muchos de ellos se beneficiaron de la deportación de
sus vecinos judíos).
Para los
habitantes del pueblo, la inesperada llegada de los dos visitantes representa la
vuelta a un pasado que pretenden olvidar y el miedo ante un futuro que de
pronto se ha vuelto amenazador, “negro como el recuerdo”; para el espectador,
la película es algo muy familiar, una mirada penetrante a la mala conciencia de
un país enfrentado a sus peores fantasmas
“Ese sentimiento
de ansiedad creado (…) intenta describir, mediante un montaje rápido y un
cámara en continuo movimiento, que se oponen a los grandes espacios abiertos
que rodean a los que llegan en el tren, Török (el realizador) intenta
establecer una comparación con el actual aumento del nacionalismo en Hungría;
las víctimas son consideradas como invasores peligrosos por los poderos y
presentadas como un leitmotiv que se repite (…) Mientras que 1945 fue el año de
la liberación del nazismo en muchas naciones, algunos estados de la Europa del
Este pasaron de una dominación extranjera a otra”.
Ese es el
momento exacto en que se sitúa esta historia, en un tiempo muerto cuando
Hungría salía del fascismo pero todavía no era comunista. El humo negro que
invade los campos en los planos finales es emblemático, la fiesta se ha
transformado en tragedia, no es casualidad que los personajes más positivos de
la historia abandonen el pueblo…
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario