Ella
Maillart, nacida en 1903 en Ginebra y fallecida en 1997 en Chandolin, Suiza,
era hija de un peletero liberal y de una deportista danesa. Atraída desde muy
joven por los deportes de riesgo, practicó alpinismo, ski y vela y a los 16
años fundó el primer club femenino de hockey. En 1924 fue la única mujer que
participó en las regatas olímpicas, representando a Suiza. Miembro del equipo
suizo de ski defendió los colores de su país en los cuatro primeros campeonatos
mundiales de ski alpino. Escritora y aventurera, atravesó el Cáucaso en 1930,
efectuó un viaje de seis mil kilómetros, que duró siete meses, de Pekín a
Srinagar, junto al reportero británico y agente del M16 Peter Fleming. En 1937
atravesó India, Afganistán, Irán y Turquía haciendo reportajes, y en 1939 viajó
de Ginebra a Kabul, en un Ford junto a su propietaria Annemarie Schwarzenbach
(a quien llamó Christina en el libro “El camino cruel”), también escritora, más
joven y morfinómana, que intentaba inútilmente salir de su adicción. Después
pasó cinco años recluida en un monasterio en el sur de India. De regreso a
Suiza, y muerta Annemarie, se construyó un chalet en el pueblo de Chandolin, a
2.000 metros de altitud, donde vivió sola hasta 1948. Posteriormente sería guía
turística cultural, descubriendo distintos lugares de Asia a pequeños grupos de
viajeros. Sus manuscritos se conservan en la Biblioteca de Ginebra, sus
fotografías en el Museo del Elyseo de Lausanne y sus películas en la Cinemateca
de la misma ciudad.
Annemarie
Schwarzenbach, nació en 1908 en Zurich y murió en noviembre de 1942 en Sils,
Suiza, en un estúpido accidente de bicicleta. Fue periodista escritora y
también aventurera Perteneciente a una familia de la alta burguesía, era nieta
de un general e hija de un magnate de la seda. Estudió en Zurich y París, se
doctoró en 1931, y a los 23 años publicó su primera novela, “Los amigos de
Bernhard”; fue amiga de los hijos de Thomas Mann y les apoyó en su lucha contra
el nazismo. Aunque poco atraída por los hombres, en 1933, después de un viaje
por España con la fotógrafa Marianne Breslauer, se casó en Persia con Claude
Carac, secretario de la legación francesa en el país de las mil y una noches.
Tras viajar a la Unión Soviética y a Estados Unidos, en 1938 inició las curas
de desintoxicación que continuaría prácticamente hasta el final de su vida. En
1939-1940, aprovechando la neutralidad suiza mientras Europa volvía a estar en
guerra, viajó en coche de Ginebra a Kabul con Ella Maillart. Cuando se
separaron, regresó a Estados Unidos donde volvió a la morfina, pasó por varias
etapas depresivas e intentos de suicidio, y siguió distintos tratamientos
psiquiátricos. Mantuvo una estrecha amistad con la genial escritora Carson
McCullers, que se enamoró apasionadamente de ella y le dedicó la novela
«Reflejos en un ojo dorado». Tras una estancia en el Congo belga, regresó a
Suiza en 1942, donde falleció al poco tiempo. La mayor parte de sus manuscritos
y documentos fueron destruidos por su madre el mismo día de su muerte. Lo que
queda, se conserva en los Archivos literarios suizos, en Berna. ¡
Estas
dos mujeres -dos pioneras del feminismo de la primera mitad del siglo XX- son las
protagonistas de la novela «Caminos para un reencuentro», de Montse Barderi,
escritora, periodista y filósofa, y Emma Vilarasau, actriz, miembro del
legendario Teatro Lliure y Premio de la Crítica de Barcelona.
Mediante
unas cartas ficticias, cruzadas entre Ella y Annemarie, las dos protagonistas
de la historia, una vez distanciadas tras el viaje a Kabul, las autoras
discurren sobre algunos de los temas universales de la condición humana: la
soledad, las relaciones personales, el amor, el significado del viaje (que,
evidentemente, en los años 30/40 era muy distinto del que tiene actualmente),
la aventura, el descubrimiento, la superación y sobre todo la vida. También
está en estas páginas el descenso a los infiernos de la adicción a la droga y
los vanos esfuerzos por salir de ella (de hecho, son muchos los teóricos de la
psicología que aseguran que los drogadictos, como los alcohólicos, lo son para
toda la vida. En este caso, la heroína enferma, abandona su dependencia a la
fuerza, pasa el mono encerrada en algún lugar del Congo belga mientras las
autoridades averiguan si es, o no, una espía nazi).
El
intercambio postal de las dos mujeres, lleno de imponderables porque ambas se
encuentran separadas por miles de kilómetros y un continente en guerra,
experimenta un crescendo a medida que avanza el relato. De una primera etapa de
distanciamiento, debido a la decepcionante experiencia que ha sido el viaje, va
evolucionando hasta un amor con muchos matices, porque mientras una de ellas
parece buscar en él un apoyo fundamental para continuar la lucha contra sus
demonios interiores, la otra -siempre reticente y casi desesperadamente libre-
se muestra distante hasta el final, cuando decide jugárselo todo a la carta de
la innegable atracción afectuosa que siente. Pero, como ocurre tantas veces en
la vida, también para ella la epifanía llega demasiado tarde: cuando Ella
escribe a Annemarie que sale de India para reunirse con ella en Suiza,
Annemarie ha sufrido un accidente y, tras varios días en coma, ha fallecido.
Ella no lo sabrá hasta pasado un tiempo, doloroso porque continúa escribiendo y
enviando telegramas sin respuesta.
Editorial
HUSO
Narrativa
de viajes
ISBN:
9788494624551
131
páginas, 16,95
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