“Las guerras pasan pero las películas buenas permanecen grabadas en la historia como en ‘La mercancía más preciosa’, donde los rostros parecen dibujados al carbón o esculpidos en la corteza de un árbol (…) Contar el Holocausto a los niños (y a los mayores) a través de una película de animación ya es una osadía. Hacerlo contra toda modernidad, con una estética en la que la nobleza de la naturaleza contrasta con la pureza bíblica de los rostros, añade un plus al resultado” (Nicolas Schaller, nouvelobs.com).
Erase una vez , en lo más hondo del bosque y en lo más frío del invierno, un bebé que, en plena Segunda Guerra mundial, alguien arrojó a las vías desde un tren en marcha. El tren, cargado con centenares de familias judías, se dirigía a Auschwitz. En el trayecto, y en un gesto de desesperación, un padre arrojó por la ventanilla a la menor de sus hijas envuelta en un tallith (el chal con que se cubren los judíos para rezar). La mujer de un leñador de la zona recoge al bebé alimentándole con la leche de la cabra que es la única posesión de la pareja. Su gesto solidario al adoptar a “la mercancía más preciosa” cambiará para siempre sus vidas, y las de aquellos que les rodean..
Es seguro que el consagrado realizador francés Michael
Hazanavicius, también guionista y productor (“The Artist”, “Mal genio”, “El
príncipe olvidado”, “La búsqueda”), al hacer
la adaptación del cuento “La mercancía más preciosa” (La plus précieuse des
marchandises, 2019) de Jean-Claude Grumberg (1) (guionista y dramaturgo autor, entre otros, de
los guiones de“El último metro” de Francois Truffaut, y de “Un pequeño apocalipsis” y “La
corporación” de Costa-Gavras), no imaginaba que su alegato contra el antisemitismo
iba a estrenarse en un momento como el actual, cuando la ficción ha quedado más
que sobrepasada por la trágica
actualidad del genocidio que el gobierno de Israel está llevando a cabo en
Gaza.
“La mercancía
más preciosa” es la carga que transporta ese tren, cuya última parada se
encuentra en la puerta de entrada de hornos crematorios. Se trata de la primera
incursión en la animación del realizador Michael Hazanavicius – quien asegura
que “un plató de cine es el juguete más bonito del mundo”- con un drama que
trasciende la memoria del horror, una fábula infantil -que ningún adulto
debería perderse- con unos “trenes de la muerte” que en realidad son los
monstruos de acero de la peor de las pesadillas; con los gestos de ternura de unos
personajes que bien podrían haber salido de un cuadro de Edward Munch, y con el añadido de la reconocible voz en off del actor Jean-Louis Trintigmamt,
fallecido en 2022 con más de noventa años, que confiere a la película “un aura
casi sagrada” (gqmagazine.fr).
Cuando los vecinos sospechan que el niño no puede ser
hijo de los leñadores, la madre y el bebé emprenden la huída. Comienza entonces
una larga marcha que tiene como objetivo la supervivencia de la más preciosa de las mercancías.
La animación –género
elegido por el autor para representar los dramáticos años 1940 y el horror de
las deportaciones-le permite ir más allá de los límites del realismo y optar
por la estética simbólica del bosque polaco, donde las
austeras imágenes del frío invernal compiten con la bruma de la soledad. “La mercancía
más preciosa” (2) es una película casi muda llena de sonidos: los de la enorme
cantidad de vida que se esconde en el bosque, el crujido de los cristales de
nieve cuando se pisan, el golpe seco de las hachas que talan los árboles, la esperanza en un mundo mejor que aparece en
las escasas imágenes en que se deja entrar la luz….un hermoso cuento fantástico que no trata de las alucinaciones
del autor sino de la realidad de la historia en el que, como en todos los
cuentos, hay buenos y malos, leales y traidores…”En cualquier circunstancia-
asegura Muchel Hazanavicius- se puede optar por la dignidad y la humanidad”.
(1) “La mercancía más preciosa” está publicado
en España por Tres Puntos Editores.
(2) “La mercancía más preciosa” se estrena en Madrid el
viernes 11 de julio de 2025.
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