Narges Mohammadi (imagen Wikipedia)
Detenida en varias ocasiones desde 1998 y encarcelada
desde 2022 en el “barrio de las mujeres” de la tristemente célebre prisión de
Evin situada en el norte de Teherán –famosa porque en ella se tortura a los
detenidos, algunos de los cuales han sucumbido a los malos tratos- la activista
iraní de los derechos humanos Narges
Mohammadi , ha recibido este 6 de octubre de 2023 el Premio Nobel de la Paz “por
su combate contra la represión de las mujeres en Irán y su lucha por la
promoción de los derechos humanos y la libertad para todos”, en palabras de la
presidenta del Comité noruego del Nobel, Berit Reiss-Andersen. “El lema
adoptado por las manifestantes –Mujer-Vida-Libertad- expresa maravillosamente
la dedicación y el trabajo de Narges Mohammadi », para quien el cambio que inevitablemente se está
produciendo en Irán “es irreversible”.
“Es la persona más determinada que conozco”, ha
declarado a la Agencia France-Presse el marido de la galardonada, Taghi
rahmani, refugiado desde 2012 en Francia donde vive con los dos gemelos de la
pareja, Kiana y Alí, que tienen 17 años y no han visto a su madre desde 2015. Narges
Mohammadi ha rechazado siempre la posibilidad de salir del país y, según distintos testimonios, “se ha
convertido en la voz de los sin voz”. Entre sus objetivos se encuentra también
la lucha contra la pena de muerte. En el libro titulado “Tortura blanca” (White
Torture), ha denunciado las condiciones de detención de los presos iraníes, la
soledad en que permanecen durante largos períodos y los abusos que sufren, y que confiesa haber sufrido
ella misma.
La concesión del
Nobel de la Paz a esta mujer adquiere un significado altamente simbólico cuando
ha transcurrido más de un año desde la muerte de la joven kurda iraní Mahsa
Amini, fallecida mientras se encontraba detenida en una comisaría de Teherán “por
llevar mal puesto el velo”, y en el momento en que continúa en su apogeo el
movimiento “Mujer Vida Libertad” que se inició entonces: “El movimiento ha
acelerado el proceso de democracia, de libertad y de igualdad (…), está
debilitando los fundamentos del gobierno religioso despótico”, manifestaba
recientemente Narges Mohammadi en sus respuestas por escrito a un cuestionario
de la agencia francesa.
Nacida en 1972 en
Zanjan, en el noroeste de Irán, narges Mohammadi estudió Física en la Universidad
y posteriormente Ingeniería, al tiempo que comenzaba a escribir en algunos
periódicos reformistas. En el año 2000 se hizo miembro del Centro de Defensores
de los Derechos Humanos -del que hoy es vicepresidenta- fundado por la abogada
iraní Shirin Ebadi, Premio Nobel de la Paz 2003.
Detenida trece veces
por el régimen iraní ha sido condenado a un total de 31 años de cárcel. Entre
mayo de 2015 y octubre de 2020, Narges Mohammadi estuvo encarcelada por “formar
y dirigir un grupo ilegal” que pedía la abolición de la pena capital. De nuevo,
en 2022, fue condenada a recibir 154 latigazos y a varios años de cárcel por
manifestarse en contra de la obligación de llevar velo, “propaganda contra el sistema, rebelión y atentado a la seguridad nacional”. Desde la
cárcel, donde tiene pendientes otros juicios por diversos cargos, ha denunciado los abusos sexuales que se
cometen con las detenidas.
La cárcel de Evin,
situada al pie del monte Alborz, fe construida en 1972 para albergar a 320
presos. Tras varias ampliaciones, su capacidad hoy se estima en 15.000 personas pero se desconoce el número real de detenidos
que viven en ella. Según el periódico suizo Le Temps está recortada en varias
unidades, algunas de las cuales controlan directamente el Ministerio de
Inteligencia y los Guardianes de la revolución. Para Amnistía Internacional (AI)
“hay pequeñas prisiones en el interior de la prisión”. La sección 209 es la de
los presos políticos, donde hay celdas de aislamiento que miden 1x1,80 metros.
Según informes de AI y Human Rights Watch, “la tortura, las ejecuciones, los
ahorcamientos, los interrogatorios y la desaparición de detenidos son prácticas
corrientes, al margen de cualquier control”.
Según declaraciones
de Narges Mohammadi a la agencia francesa “el barrio de las mujeres de Evin es
una de las zonas de detenidos políticos más activas y resistentes. En mis años
de detención en Evin he compartido las celdas con al menos seiscientas mujeres
y estoy orgullosa de cada una de ellas (…) La cárcel ha sido siempre el centro
de la oposición y de la resistencia en Irán, y para mi encarna la esencia de la
vida en toda su belleza”.
Y la historia se repite
Un año después de la
muerte de Masha Amini, la policía encargada de la moral ha detenido en el metro
a Armita Garavad, una adolescente de 16 años. Según la versión oficial, la
joven sufrió un coma en el metro y perdió el conocimiento “tras una bajada de
tensión”, pero según varias ONG cuyo testimonio ha recogido la edición francesa
del diario Huffington Post, las policías hirieron gravemente a la chica porque
no llevaba el velo: “El domingo 1 de octubre, Armita Garavand entró sin velo en
un vagón de metro en Teherán, según las imágenes de las cámaras de vídeovigilancia que
france.info ha podido consultar. Segundos más tarde se la ve sobre el andén,
inanimada”. Según la ONGHengaw, que defiende los derechos humanos de los kuros
en irán, “una de las agentes le golpeó en la cabeza y la tiró violentamente al
suelo”.
La adolescente herida
se encuentra ingresada en una unidad de alta seguridad del hospital Fajr de
Teherán. Según Hengaw, han obligado a su madre, Shahin Ahmadi, a conceder una
entrevista a los medios estatales, corroborando la versión del incidente dada
por el gobierno. Después la han detenido por protestar contra las restricciones
de las visitas al hospital. También han detenido –aunque posteriormente ha
quedado en libertad, a la periodista Maryam Lofti, por acudir al hospital a
interesarse por el estado en que se encuentra Armita Garavand.
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