“Vivir sin nosotros” (”Are We Lost Forever”), primer largometraje del realizador sueco David Färdmar, quien ha elegido lo difícil al comenzar donde normalmente terminan las historias –en una habitación blanca impoluta, con una pareja en la cama que acaba de romper- está interpretado por Bjorn Elgerd, Jonathan Andersson, Micki Stoltt y Nemanja Stojanovic.
De repente, una mañana todo ha terminado. Dos amantes
que comparten la cama evitan mirarse. Para Hampus –“Te quiero pero ya no hay
nosotros”- es un alivio, mientras que Adrián está desolado, no sabe si podrá
vivir sin el amor de vida, se pregunta si habrá alguna forma de recuperarlo.
Lo mejor de esta película sincera y auténtica es, sin
duda, este principio tan real como prometedor. Luego ya es otra cosa, las
distintas maneras de los protagonistas para entablar nuevas relaciones, así
como sus esporádicos encuentros –casuales y no- están resueltos a base de
repetidas escenas de sexo explícito y escaso interés en profundizar en la
evolución de los dos jóvenes. De todas maneras, el realizador ha sabido captar
muchos de los matices de la tempestad emocional que es una ruptura.
A ambos les cuesta pasar página, ensayan reencontrarse
en situaciones diversas, y separarse de nuevo. Cada cual se cura la herida a su
ritmo, ambos son conscientes de que su relación había emprendido el camino de
la destrucción.
“100 minutos de tristeza escandinava”, como ha
definido muy bien esta película un crítico francés, bien interpretados, que nos
hablan de las distintas etapas del final de un amor, de la pérdida, la pena, el
duelo, la negación, hasta la depresión, y que elude intencionadamente muchos de
los tópicos de las películas sobre parejas homosexuales, al presentar a los
protagonistas simplemente como seres “adultos e imperfectos”, como el resto de
los mortales.
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