Personalidades en el funeral de Aldo Moro, 1978
El tribunal de
apelaciones de París estudia las demandas de extradición enviadas por la
justicia italiana relativas a nueve miembros de la extrema izquierda italiana,
condenados por terrorismo en la década de 1970 –lo que se conoce como “los años
de plomo”- y refugiados desde la década
de 1980 en Francia.
Se trata de un grupo de hombres y mujeres que
hoy tienen más de sesenta y setenta años, a quienes la justicia francesa ha
escuchado, el pasado 29 de abril de 2021, manifestar que se niegan a ser
extraditados y ha dejado en libertad bajo control judicial –lo que significa
prohibición de salir del territorio francés, entrega del pasaporte y presentaciones
periódicas a la policía durante el procedimiento, que puede ser varios meses-
mientras da curso a las nueve demandas de extradición.
Los sexagenarios y
septuagenarios reclamados por Roma son la ex miembro de las Brigadas Rojas
Marina Petrella, de 66 años, el ex miembro de Proletarios Armados por el
Comunismo Luigi Bergamin, de 72 años, Raffaele Ventura, antiguo miembro de
Formaciones Comunistas Combatientes; además de
Enzo Calvitti, Giovanni
Alimonti, Roberta Cappelli, y Sergio Tornaghi, de las Brigadas Rojas, Giorgio
Pietrostefani de Lotta Continua y Narciso Manenti de los Núcleos Armados contra
el Poder territorial. Maurizio Di Marzio, el
último de los reclamados, se encuentra huido en paradero desconocido.
El organismo de la
televisión pública francesa, France Télévisions, ha publicado en su digital una
extensa explicación de la génesis de las Brigadas Rojas y por qué algunos de
sus miembros encontraron refugio en Francia, amparados por la “doctrina
Mitterand”. He aquí un resumen:
“El grupo de las
Brigadas rojas, uno de los varios movimientos activos de la extrema izquierda
italiana a finales de la década de 1960, se creó en 1970 y optó por la lucha
armada como método de protesta y ‘para criticar la moderación del Partico
Comunista Italiano (PCI), muy potente entonces. Existían otros grupos de
extrema izquierda, pero este era el principal’. El período de actividad de las
Brigadas Rojas se confunde con los ‘años de plomo italianos’, de enorme
tensión política entre la extrema derecha y la extrema izquierda, con gran
violencia en la calle y múltiples actos de terrorismo que causaron miles de
víctimas.
Desde su
creación, el grupo llevó a cabo acciones espectaculares, como el secuestro de
empresarios, y a partir de 1974 fue pasando progresivamente a actuaciones
armadas, cometiendo varios atentados, así como ataques a magistrados, policías,
profesores y periodistas, alcanzando el punto álgido en 1978 con el secuestro y
asesinato de Aldo Moro, presidente del partido Democracia Cristiana (DC), el
más fuerte de la época, y ex Presidente del Consejo (el jefe del Estado), que
calificaron como ‘conclusión de una batalla’, y que condenó la totalidad de la
clase política italiana.
En los años 1980, cientos de
militantes italianos de extrema izquierda, y entre ellos ex brigadistas,
huyeron a Francia, respondiendo a los discursos del recién elegido presidente,
el socialista François Mitterrand, quien siempre recordaba el compromiso de
Francia con los derechos humanos y su voluntad de acoger a ‘los perseguidos por
razones políticas’, aunque no a los implicados en delitos de sangre.
La ‘doctrine Mitterrand’ embarró durante
largos años las relaciones entre los gobiernos de París y Roma, prácticamente
hasta agosto de 2002 cuando, siendo presidente Jacques Chirac, fue extraditado Paolo Persichetti, ex miembro
de las Brigadas Rojas. En 2004 hubo una dura polémica en torno al caso de
Cesare Battisti, condenado en Italia a cadena perpetua por cuatro asesinatos,
quien llevaba quince años refugiado en Francia, donde escribía novelas
policíacas. Cuando estaba a punto de ser extraditado huyó a Brasil. En 2019 fue
detenido en Bolivia y finalmente entregado a Italia, donde reconoció su
responsabilidad en los asesinatos que se le imputaban y se encuentra cumpliendo
cadena perpetua.
El proceso abierto para las
diez extradiciones que estudia ahora el tribunal parisino es una respuesta
al ‘requerimiento urgente’ efectuado el pasado 8 de abril por la ministra
italiana de Justicia, Marta Cartabia, a su homólogo francés, Eric
Dupont-Moretti, para evitar que prescriban los delitos. Respuesta que aplaude
el Primer Ministro italiano, Mario Draghi , recordando que se trata de personas
‘que dejaron una herida que permanece abierta’ en la sociedad italiana”.
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