Brutal pero no horrible. Divertida pero no hilarante. Un drama perfectamente equilibrado… (Letterboxd.com)
“El profesor de persa” (Persian Lessons), drama un tanto irreal basado en hechos reales recogidos en un cuento de Wolfgang Kohlhaase, dirigido por el realizador ucraniano Vadim Perelman (“Casa de arena y niebla”, “La vida ante sus ojos”), son dos horas de delicado equilibrio emocional entre drama y comedia para contar los recursos con que puede llegar a contar el instinto de supervivencia, aderezadas con una pizca de suspense. Presentada en la sección Berlinale Special del pasado Festival de Cine de Berlín 2020 y pasada por la sección oficial de la Seminc, está protagonizada por el argentino Nahuel Pérez Biscayart (“120 pulsaciones por minuto”, “Todos están muertos”) y el alemán Lars Eidinger (“La sombra del pasado”, “Personal Shopper”), y se estrena este viernes, 22 de enero de 2021.
En la Francia ocupada de 1942, Gilles, un belga de origen judío, detenido por los soldados de las SS para ser deportado a un campo de internamiento en Alemania, le cambia a otro detenido su bocadillo por un libro de leyendas persas. Cuando le van a fusilar junto al resto, se libra de la muerte asegurando a los soldados del pelotón que es persa, una mentira que le salva porque casualmente un capitán nazi llamado Klaus Koch quiere aprender farsi, ya que tiene el proyecto de abrir un restaurante en Teherán cuando termine la guerra. Arriesgándose a ser descubierto en cualquier momento, máxime porque uno de los soldados sospecha que está engañando al oficial, cada noche, cuando acaba su trabajo en las cocinas del campo, Gilles va inventando palabras de una lengua que enseña después al capitán. Entre ellos se crea una relación muy especial – un judío y un alemán, un prisionero y un carcelero, un profesor y un estudiante- que despierta sospechas y envidias…
Hay ya algo de
cómico en el planteamiento de “El profesor de persa” que incomoda al
espectador: mientras con los prisioneros del campo se está cometiendo un
genocidio, nosotros inevitablemente sonreímos cuando el oficial nazi repite las
palabras inventadas por el pícaro judío. La trama, situada en el campo de
Natzweiler-Struthof, en el noreste de Francia,
Doble
reflexión, sobre el instinto de supervivencia y sobre la importancia de las
palabras y los nombres de las cosas y las personas (los de los miles de
víctimas de los nazis), “El profesor de persa” es también una exposición acerca
de la incongruencia: mientras se dedicaban a la aniquilación de los prisioneros
(judíos, gitanos, comunistas, homosexuales, etc), los soldados y oficiales
nazis pretendían seguir con sus trayectorias vitales, invitando a salir a sus compañeras y organizando picnics.
Digamos, por
resumir, que esta película es cuando menos una manera anómala de contar la
Shoah, una historia improbable, disparatada, un melodrama de estereotipos con
momentos divertidos (en la línea de “Jooj Rabbit”, o de “La vida es bella”). Y
digamos también que los dos protagonistas se ponen con inteligencia en la piel
de sus personajes y que la película tiene un final inesperado “mezcla de
divertido y patético”.
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