“Le escribo esta carta
desde mi casa, donde estoy desde hace días encarcelado disfrazadamente. Me
retienen en rehén, no sé de qué ni para qué. Pero si me han de asesinar, como a
otros, será aquí, en mi casa”. Miguel de Unamuno. 11 de diciembre de 1936.
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Dirigida por Manuel Menchón (La isla del viento) y con las voces de José Sacristán como Miguel de Unamuno, Antonio de la Torre como el General Mola, Víctor Clavijo como Millán Astray, Marían Alvárez y Andrés Gertrúdix, “Palabras para el fin del mundo es un documental que mezcla imágenes y documentos de archivo con recreaciones de los últimos años de la vida en Salamanca del intelectual y escritor Miguel de Unamuno. La película es también una investigación que siembra la duda acerca de que la historia, escrita como siempre por los vencedores, en este caso es además una falsedad. España está en guerra y Salamanca es el centro de la
actividad de Prensa y Propaganda de las tropas de Franco, con Millán-Astray a
la cabeza. Veinte días después de aquella carta, Unamuno morirá en su propia
casa de forma repentina. Solo existe un testigo de aquel momento. Esa es lo que ha dicho la versión oficial, la
difundida durante toda la dictadura franquista; el régimen, y más que el
régimen los falangistas en el poder, se apropiaron de la figura de Unamuno y
contaron que el falangista Bartolomé Aragón, quien llevaba un tiempo
haciéndose pasar por discípulo e incluso amigo de Unamuno, y alardeando de
visitarle en su casa, escuchó lo que
se considera que fueron sus últimas palabras: “Dios no puede volver la
espalda a España. España se salvará porque tiene que salvarse”. Pero la película
de Manuel Menchón cuestiona la
figura del falangista Aragón y apunta la posibilidad de que ese 31 de
diciembre de 1936 fuera la primera vez que visitaba al escritor bilbaíno, en
incluso tuviera que ver con su muerte; más aún aventura que Unamuno pudo ser
asesinado después de su legendario enfrentamiento, en el paraninfo de la
Universidad de Salamanca, con el fundador de la Legión y creador de la
consigna “Viva la muerte”, Millán Astray, y la famosa frase de “Vencer no es
convencer”. Entre otras cosas, la teoría se apoya en el hecho de que el
escritor manifestó varias el temor a terminar como algunos otros
intelectuales, en concreto García Lorca. Sin autopsia, pese a que el diagnóstico de su
muerte fue una hemorragia, Unamuno fue enterrado con honores
falangistas. «Se apoderaron de él hasta el
final intentando presentarlo como un fascista”, ha dicho su
nieto, Miguel de Unamuno Adarraga. En discursos y escritos, Unamuno, aclamado cuando
regresó a España tras su exilio durante la dictadura de Primo de Rivera, dejó
constancia de su temor a que el fascismo italiano y el discurso
nacionalsocialista de Hitler consiguieran atraer a la juventud del país. Entre los documentos más reveladores que ha
destapado el coumental de Menchón, están los que prueban que el Tercer Reich
movió los hilos para que Unamuno, varias veces nombrado candidato, nunca
llegara a recibir el Premio Nobel de Literatura. “En
1935 la Universidad de Salamanca solicitaba formalmente la consideración de
Miguel de Unamuno para el Nobel de Literatura por tratarse de “uno de los
representantes más importantes e interesantes de la espiritualidad y el
pensamiento españoles”. Su candidatura ya había sido valorada en varias
ocasiones anteriormente, pero aquel año Unamuno partía como indudable
favorito junto a G. K. Chesterton y Paul Valéry. Sin embargo, nunca lo
ganaría. Ninguno de ellos lo haría aquel año.
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